Capítulo 41

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Estaba sentada en la sala de espera de la tienda de ropa, me sentía cansada.

—Puede pasar.

Me habría gustando ir con alguna de las chicas para que me ayudarán, entre dos dependientes me ayudaron a ponerme el vestido, era amplio en la falda con volantes mientras que la parte superior era en terminado de corazón y pedrería plateada con figuras de flores adornando.

El espejo más grande estaba en la sala de alado así que tendría que moverme para ver el gran vestido.

Con cuidado mis pies descalzos se movieron por el frío piso hasta llegar a la puerta, el gran espejo frente a mi dejaba ver a una joven que no parecía ser yo.

—Disculpe...

Me giré lo más rápido que pude con el pesado vestido viendo a una señora de cabello blanco y un joven a su lado.

Ambos parecían estar boquiabiertos.

—Oh, lo lamento, no sabía que estaban usando este salón...

Intenté disculparme pero la señora le dio las cosas a su hijo para correr a mí.

—¡Cariño! —gritó emocionada— ¡Estas hermosa!

Sus palabras hicieron que mi cara se pusiera roja en segundos.

—¿Estas ciego Morris? —dijo la mujer a su acompañante—, olvídalo, embobaste a mi hijo.

Después de sus palabras miré detenidamente al hombre.

—¿Morris? —pregunté aún si créelo—¿el líder de gimnasio Auriga?

—¿Quién más seria si no es él mismo? —respondió con otra pregunta jovial la mujer.

—Lamento el escándalo señorita —se disculpó Morris apenas logró articular palabra alguna.

Me reí aliviada, no parecía el líder porque llevaba una gorra y lentes de sol.

—¿Quién es el afortunado? —la pregunta se la hizo la mujer para ella misma que para mí—. Imaginas que fueras la novia de Lionel...

Sus palabras se cortaron cuando mi cara parecía ser una cereza completa.

—¿Eres la prometida de Lionel?

La pregunta ahora vino de Morris sorprendido mientras se acercaba para verme.

Iba a negar cuando una de las encargadas entró mirando solamente unos papeles en su mano.

—Señora Mel, lamento decirle que no está disponible el ala izquierda de la tienda, está reservada por el campeón.

Sin decir nada más, la mujer por fin alzó los ojos mirando la situación, de su color normal paso a rojo y después a pálido.

—Señorita cuanto lo lamento, pensé que seguiría en la sala...

—No te preocupes... ¡Ah!

Morris me sostuvo a tiempo para evitar mi caída.

—No te preocupes, linda —sonrió amablemente Mel para mi ayudándome a parar—, guardaremos el secreto.

—Gracias —contesté nerviosa.

—¿Hace unas semana diste una presentación en Ciudad Artejo no?

Morris me ayudó a caminar a la otra sala.

—Sí, no sabía que asistiría Lionel —confesé sinceramente.

—No podía creerlo cuando los vi junto a los tres —sonrió aliviado—, recuerdo quien eres.

Sus palabras fueron sin maldad alguna, sonreí para él en agradecimiento.

—¿No vienes con nadie? —preguntó Mel aún observando el vestido.

—No... —mi voz salió desganada—, están ocupadas con su trabajo.

En realidad no les había dicho nada, seguramente harían tiempo para mí si era necesario.

—Entonces deja que te ayude —ofreció Mel con una sonrisa—, Morris deberías regresar con los demás.

—Si tengo la oportunidad, desearía felicitar a ambos por su compromiso —comentó Morris relajado—, recibí una carta a inicios de año, quien diría que su devoción eras tú.

Su comentario divertido me hizo regalarle una risa, era bueno para alabar gente.

—De no ser líder de gimnasio también deberías hacer una vida.

La mirada de Morris paso a su madre y sin decirme más se retiro con todas las bolsas.

—Supongo que conoces a mi hijo —dijo mientras tomaba unos pedazos de tela y unos alfileres.

—Sí, tuve el gusto de pelear contra él durante mi viaje en la liga.

—Me alegro, pasa tiempo con sus fans y entrenando, cuando tomo el puesto pensé que dejaríamos de hablarnos.

Supusé que la líder de gimnasio también tenía una historia pero no me contó más.

—¡Listo cariño!

Me mostró un espejo, le había agregado en los brazos listones, salían del pecho hacia la espalda pasando por los brazos.

—Me alegra que Lionel este en buenas manos —las palabras de Mel eran suaves—, desde que tomó la Liga como campeón solo han sido responsabilidades, cuando sus amigos subieron a puestos de líderes vi como lo apoyaban incondicionalmente, pero él siempre parecía anhelante a finales de año y siempre se esforzaba más cuando regresaba.

Sólo pude escuchar sus palabras.

—Cuida a Lionel, su corazón es muy noble y estoy segura que haría todo lo que fuera para mantener a salvo lo que él más aprecia.

—Yo... —tenía un nudo en la garganta—. ¿No soy una molestia para él?

Mis ojos ardían y las lágrimas amenazaban con salir.

—Estoy segura que eres lo que más aprecia en este mundo.

Sus palabras suaves hicieron que mis lágrimas salieran, supongo que era el poder de las palabras de una mamá.

—La próxima vez que lo veas dile tus inquietudes —me abrazo cálidamente—, estoy segura que ambos entenderán sus sentimientos.

Solo pude asentir mientras gimoteaba, Mel pasaba sus dedos por mi cabello para consolarme.

La Corona Olvidada Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt