Capítulo 17

394 43 1
                                    

Sylveon y Lucario se enfrentaron al equipo del líder de gimnasio, tenía ventaja así que no tarde mucho en ganar.

A diferencia del combate de Nerio a nadie le importamos, todos querían que ganara el líder, pero eso no desmotivo a los participantes.

—¿Capturaste a tu gorro entonces? —preguntó Roy tendiéndome un refresco, Lionel estaba curando a sus pokémon así que nosotros nos sentamos en las bancas de espera.

—Ja, ja, que divertido eres —me quejé mientras tomaba la bebida—, no me dejo ir, intente quitármelo pero solo Sylveon logró hacer que fuera amable y se metiera en una pokebola, fue... extraño.

—Sabes que todo tu equipo lo hiciste a base de momentos extraños, ¿verdad? —preguntó como si estuviera ofendido por mi fingida ignorancia.

No conteste pues Lionel llego con nosotros, estaba cansado pero poseía una sonrisa en sus labios, estábamos a un gimnasio del gran final.

Salimos del pueblo estábamos a unos cuantos días de Ciudad Artejo, el tiempo de nuestro recorrido estaba llegando a su fin.

Durante uno de los días que nos quedamos a acampar todos nuestros pokémon jugaban por el lugar.

Lo único que pude hacer fue tomar fotos de todos, al menos ese recuerdo quedaría en mi memoria.

—Te ves distante —comentó Lionel sentándose a mi lado, Roy fue a por un poco de agua.

—Estamos al final de nuestro viaje.

No pude evitar sonar triste, habíamos pasado buenos tiempos juntos, Lionel se perdía con bastante frecuencia así que dejamos el mapa en mis manos, Roy se encargaba de la cocina y Lionel de la carpa, parecía solo hace poco iniciamos nuestra aventura y en nuestro camino habíamos conocido mucha gente.

—Creo que deberíamos hablar los tres —solté al aire, en una semana podríamos pelear contra el líder de gimnasio de Ciudad Artejo, para ese entonces seguramente nos separaríamos.

No, ni siquiera yo sabía que esa noche Roy se iría a entrenar lejos, tomó su Flaygon y voló, no pude evitar sentirme apenada pero también estaba aliviada de que aún mantenía su determinación.

Al día siguiente Lionel también partió, aunque lo dudo decidió seguir, si querríamos ganar debíamos hacernos aún más fuertes y entonces, yo también tome mi camino.

—¡Hola! —saludé mientras descendía de Raven.

Los playeros de antes se me quedaron viendo burlescos.

—¿Y tus novios? —preguntó uno acercándose.

Caminé segura hacia ellos mientras estiraba mi cuerpo del entumecimiento.

—Quién los necesita, cuando tengo a todos ustedes para divertirme —contesté mientras una sonrisa triunfal aparecía en mis labios.

Durante una semana volví a recorrer la ruta nueve, destroce a todos los entrenadores que quisieron pelear, fuera por diversión o porque realmente querían vencerme.

Llegué dos días antes de que empezarán las competiciones, era de noche, la ciudad brillaba con todas las luces, moría de cansancio y no tenía lugar para quedarme.

—Pareces morirte...

Una voz a mi lado me hizo girar con mala cara.

—¿Eres? —le pregunté el encapuchado que no dejaba ver su rostro.

—Que cruel... Olvidaste a tu pareja de baile.

Su tono drama fue divertido pero sus palabras me hicieron reaccionar de inmediato.

—Eres...

Me tapo la boca para sonreírme colocándose un dedo en su boca, muy bien, el líder de gimnasio dragón quería pasar desapercibido.

—Por esas pintas, ¿acabas de llegar de la ruta? —preguntó curioso.

—Sí, acabo de llegar, ¿sabes de algún hostal? —pregunté mientras contemplaba la ciudad.

—Sígueme, tengo un buen lugar.

Pasamos caminando por enfrente del estadio, la gente que disfrutaba de la noche no nos puso atención, llegamos a una casa bastante bonita.

Cuando ingresamos realmente me di cuenta que era su casa.

Me detuve en seco, no podía quedarme con el líder, antes de decir algo una hermosa joven de su edad salió de un cuarto que parecía la sala de estar.

—¡Una invitada! ¡POR FIN! —su grito alegre lleno la casa, llego a mi lado en unos segundos quitándome el equipaje—. Pasa sin preocupaciones, cariño, mi hermano es un idiota pero tiene buen corazón.

La chica sonreía ampliamente sin problemas por mi presencia, me guió a un cuarto que era el baño.

—Usa todo lo que gustes, puedes dejar tu ropa, yo me encargaré de lavarla y el día de mañana la tendrás lista.

Me dejo sola para que me relajara, era lo más raro que había pasado en mucho tiempo.

Tras asearme rápido, encontré un short y una blusa holgada para vestir, mi ropa había desaparecido.

Cuando llegue a la sala, el líder de gimnasio estaba comiendo felizmente.

—Agradezco su hospitalidad, pero ¿no cree que es mucho? —no quería sonar mal agradecida, solo tenía dudas.

—Eres la novia de mi sucesor —contestó con simpleza.

Me sorprendieron sus palabras pero negué:

—No soy su novia, de ninguno de ellos dos.

Alzó una ceja inquisitiva.

—¿De ninguno? —su tono de voz revelaba que no me creía.

—No...

No podía imaginarme novia de ninguno, estábamos concentrados en nuestra aventura, sabía de mis sentimientos y quería creer que después de que todo terminará poder decirles.

—Es extraño... —dijo más para él que para mí—, si ese es el caso entonces no me incumbe a mi decir nada.

Sincero hasta el final, no esperaba respuesta alguna pero me pareció curioso.

—¿De verdad puedo quedarme? —esta vez lo pregunte enserió, no quería causarle problemas.

—¡Si! —la chica salió de la cocina, sus hermosos ojos parecían suplicantes—. Es la primera vez que no trae a otro hombre, por favor quédate.

La chica no parecía mayor que él, agradecí su hospitalidad, cuando toque la cama, no supe nada de mí por un día.

La Corona Olvidada Where stories live. Discover now