Capítulo 32

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Roy caminó conmigo durante toda la ciudad para encontrar a Lionel, había desaparecido como por arte de magia.

—¿Qué le hiciste? —preguntó extrañado—. Está evitándonos.

—Me encantaría saber pero se lo mismo que tú, ¿no hablaron durante la presentación? —pregunté sentándome en una banca, estaba cansada de caminar por la ciudad.

—Lo mínimo, el presidente nos observaba en todo momento, entiendo porque atacó en el momento que no estaba pero no comprendo porque con nosotros.

La edad nos hizo ser más precavidos, Roy tendía a pasarse por relajado pero su agudeza para las cosas mejoro mucho.

—Si aceptaba, él me manejaría, todos ustedes serian testigos —suspiré estirando los brazos—, pensé lo mismo que tú, intenta hacer que Lionel lo obedezca por mi error en el estadio.

Una mano me despeino, volteé a ver a Roy, su sonrisa era amplia pero no llegó a sus ojos.

—Tienes cosas más importantes por las cuales preocuparte en este momento, deja que nosotros nos encarguemos de este asunto.

La seriedad en sus palabras me tranquilizó, le sonreí agradecida.

—Gracias Roy.

Noté como sus ojos brillaron por un breve momento antes de voltear y sonreír para la gente que lo veían nerviosos.

—Quién diría que las cámaras eran lo tuyo —cambié de tema a propósito.

—Que puedo decir, las cámaras me aman.

—Goah... La humildad andante, te llaman —dije en son de burla mientras nos reíamos.

El día estaba acabando así que necesitaba regresar al hotel, mañana tomaría un taxi a pueblo Hoyuelo.

Roy se despidió de mí con un largo abrazo, sabía que iría a Ciudad Artejo pero no sería hasta que finalizará el primer tramo de la liga, así que sería un largo camino antes de volverlo a ver.

—Si vuelven a intentar tocarte, no dudes en contactarme.

—Por supuesto mi querido Dragón, confío en ti —le guiñe un ojo divertida—. Vigila tus pasos, un paso en falso los alertara.

—Sí, lo sé —volvió a su pose relajada—. Nos vemos pronto.

Con esto dicho se dirigió a la estación de tren, entre al hotel, no había cambiado en estos años.

Pero por alguna extraña razón esta vez me sentía sola, muy sola.

Por la mañana tomé el taxi que me llevaría a Pueblo Hoyuelo, el camino fue más corto de lo que pensé.

Caminé para llegar al estadio cuando vi tres figuras emocionados.

—¡Hermana! —Paul gritó animado saludando desde lejos con su mano.

Abrí los brazos para recibir a los tres chicos con un abrazo, pareció más tacleada pero aún así los tres me abrazaron con ternura.

—¡Felicidades por su primer medalla! —grité emocionada.

—¡Te perdiste el gran combate!

Refunfuñó Paul algo decepcionado, sonreí para tranquilizarlo.

—No me perderé su siguiente encuentro —dije confiada despeinándolo—, aun así, no tienen que relajarse por pasar la primera prueba.

—Fue difícil —comentó Gloria mientras se notaba claramente preocupada.

Supongo que todos teníamos la preocupación de si pasaríamos o no la siguiente prueba, pero eso dependía de ellos.

—¿Iras a pueblo Amura? —preguntó Víctor tranquilo.

—Sí, tenía pensado hacer unas cuantas cosas aquí primero.

Los tres chicos entendieron mi punto, los tres siguieron su camino para ver el resto del pueblo antes de irse.

Caminé al gimnasio sin darme cuenta.

—Bienvenida.

Volteé a ver a Percy que parecía cansado de tantos combates.

—Sí que tienen trabajo duro durante esta temporada —dije en forma de saludo caminado hacia él.

—Bueno, como primer gimnasio siempre tengo más trabajo, aun así es muy divertido —la sonrisa de Percy era claramente entretenida.

No era una sorpresa que siendo el primer gimnasio eliminará a más de la mitad de los participantes, su desempeño lo hacía famoso entre la liga.

Me invito a caminar por los campos de flores, eran los más cuidados por él.

Percy tampoco había visto a Lionel por el pueblo.

—Pareces triste sin Lionel —comentó Percy mientras me miraba pensativo.

—No lo sabía —intenté sonreír intentando no mostrarme decepcionada por no encontrarlo—, se fue sin decir nada y lo entiendo, quería protégeme pero... quisiera que confiara más en mí.

El silencio fue llenado por el viento.

—Lionel siempre te ha protegido a su manera —se acercó con una flor bonita en la mano para entregármela—. Al igual que siempre confío en ti durante estos años, deberías confiar más en él también.

Sonreí para Percy, el chico tímido podía decir bonitas palabras si quería.

—También te quería agradecer de que no cedieras ante el presidente Rose —su voz se volvió más precavida—. No sabemos que está planeando hacerte para que Lionel caiga en su plan intentando protegerte.

Trague con fuerza por sus palabras, esa era una opción muy viable, lo demostró cuando mandó dos veces a sus ayudantes por mí.

—Lo entiendo, tendré cuidado —lo observé decidida mientras él me sonreía—. No dejaré que toque a Lionel.

Admiré la hermosa flor que me dio, era una rosa bañada de muchos pétalos y un color rosa con blanco, una idea surgió en mi cabeza.

—¿Cuantos arreglos puedes hacer con estas flores? —pregunté curiosa.

Su mirada pasó de sorpresa a comprensión, finalmente sonrió.

—Ya veo porque estas ocupada.

La Corona Olvidada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora