Capítulo 30

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Sonia me dio un golpe en la frente con su dedo mientras corregía.

—Aún no soy profesora, sigo formando una investigación para poder recibir el permiso de mi abuela, un placer, mi nombre es Sonia.

Ambos chicos saludaron a la recién llegada.

Y entonces los chicos obtuvieron una pokedex para registrar sus pokémon capturados.

—¿Y Lionel? —preguntó Sonia extrañada de no verlo por ahí saltando.

—Ni idea, desapareció hace rato —comenté sin mucha preocupación—, te ves cansada, ¿tan atareada es tu investigación?

—Algo así, no logro encontrar más información que mi abuela busca, el fenómeno Dinamax a pesar de ser usado durante estos últimos años sigue siendo un misterio, encontré ciertas cosas pero necesito ampliar los lugares de investigación.

—Suena a fatiga, ninguno de ustedes lo tiene fácil —comenté viendo a los jóvenes emocionados a lo lejos—, puedo ayudarte si quieres, estaré de vacaciones por el resto del año.

—Agradezco la ayuda pero es algo que debo hacer sola.

Su voz sonó determinada.

—Si necesitas ayuda aquí estamos, para eso son los amigos —ofrecí con una sonrisa la cual fue correspondida.

—Maestra, ¿podemos hablar un poco? —los ojos café de Víctor me miraron serios.

—¿Ahora tú tienes alumnos? —preguntó Sonia extrañada.

—No... Es un ayudante, la pokedex es un gran artefacto de ayuda, vi a unos cuantos entrenadores usar unas versiones anteriores, son útiles para saber qué hacer y a donde ir.

—Viva la tecnología —comentó Sonia sorprendida

—Viva la tecnología —repetí sin ganas mientras caminábamos a la cocina.

Sonia dejó quedarnos a todos en su casa, hablamos de la vida, de nuestros amigos y anécdotas divertidas. El día de mañana todos partiríamos a Ciudad Pistón.

Sus padres acompañaron a los chicos a la estación, pero algo me estaba incomodado, alguien parecía vigilarme.

—Maestra, ¿irá a Ciudad Pistón? —Víctor se acercó a despedirse.

—Sí, tengo que ir, pero iré un día por atrás de ustedes —los otros dos jóvenes llegaron conmigo.

—¡Hermana! ¿Tienes algún consejo para nosotros? —preguntó Paul emocionado.

—Claro —sonreí guiñando un ojo—, conozcan muchos amigos, crean en ustedes y en sus pokémon pero sobre todo diviértanse, es un viaje que solo lo hacen una vez en la vida, siempre den lo mejor en cada batalla.

Todos pensaron mis palabras, Gloria me miró curiosa.

—¿Fuiste sola en tu viaje? —preguntó viendo a los demás.

—Solo al principio, aunque les dije que no pero tuve dos compañeros que me ayudaron durante el viaje.

El único que sonrió sin pensarlo fue Víctor, él conocía la historia.

La llamada a los pasajeros sonó y los chicos entraron.

—Maestra, no la defraudare —Víctor entró con los demás después de tener una mirada determinada.

El plan era hacer que recolectara datos y fotos, aunque no artísticas como las mías, si de campo y observación.

Salí de la estación, el clima era agradable pero verifique que realmente me estaban siguiendo, no era inteligente.

Caminé alejándome de todos, no iba revelar tan fácil donde estaba.

—No sé qué haces aquí pero por favor, vete.

Hablé amablemente por cortesía, quería ir a casa y buscar a Lionel.

—Señorita, tengo órdenes de llevarla a Ciudad Pistón.

—¿Y qué si no quiero? —pregunté estirándome.

—Tendré que llevarla a la fuerza.

—El presidente Rose no está muy feliz con el revuelo que hice en Ciudad Puntera, ¿verdad?

—Si sabe que el presidente la busca, por favor acompáñeme en silencio.

—Nah... creo que pasó —dije volteando por fin, un empleado de Macrocosmos estaba parado a tras de mí con su pokémon fuera.

—Skarmory, interesante —sonreí triunfal—, dile al presidente que por supuesto que iré, pero en este momento estoy ocupada

La mirada sería del sujeto se volvió amenazante.

—Me temo que no puedo hacer eso.

—Seeee... me temo que yo tampoco —tomé mi Pokémon—. Arcanine, terminemos con esto.

En un ataque Arcanine destrozo al rival, me sabía mal, curé a su pokémon con medicina que tenía a la mano.

—Dile a tu jefe que mañana estaré en la ciudad.

Con eso me retire, intente encontrar a Lionel pero había desaparecido, era extraño pero tenía que prepararme para viajar, entre en casa y acomode todo, solo toque mi cuarto lo demás quedó igual.

Mi Rotom comenzó a sonar, era Lionel.

—¡Hola, hola! —contesté contenta.

—Lamento haberme ido sin avisar, Macrocosmos nos está buscando.

Su voz seria estaba soñando por el teléfono.

—Sí, ya me di cuenta —dije desganada mientras me sentaba en la cama.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado al entender mis palabras.

—¡Claro que sí! —dije animada intentando despreocuparlo—, el presidente no está muy feliz del revuelo del estadio, iré por la noche a Ciudad Pistón, creo que Sonia sale más al rato, ¿vas volando?

—Sí, pensé que los perdería si iba volando, debes tener cuidado.

Sus palabras se notaban con rabia, Lionel jamás dejaría que me tocaran, el que Macrocosmos estuviera aquí es porque el presidente quería algo.

—No te preocupes —dije con simpleza—, no dejaré que nos lastimen.

—Detendré esto —su voz sería me dio un escalofrío.

—Lo sé Lionel pero deja que yo también resuelva el problema, por ahora enfócate en la liga, eres el campeón.

El silencio duró unos segundos, sabía que no estaba de acuerdo de que hablara con el presidente pero no éramos unos niños, ya no.

—Te veo en el estadio, entonces —su voz sonó un poco más relajada.

—Hasta mañana.

Era hora de poner fin a esto, y así empezaron la misión disfrazada de vacaciones.

La Corona Olvidada Where stories live. Discover now