Capítulo 54

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Para mi sorpresa encontré a todos hablando con el presidente, pero no de la mejor manera.

Corrí a ellos, Lionel parecía proteger a los chicos, la mirada de todos pasaron a mí en segundos.

—Nadie podrá detener a Eternatus, no importa cuántos más de ustedes lleguen.

El presidente seguía firme ante su decisión, era un hombre terco pero esto debía parar si queríamos salvar a todos.

—No entiendo que es lo que quiere ganar con todo esto —la voz amenazante de Lionel resonó por el lugar—, detendré a Eternatus para proteger a todos, no por usted.

—Que decepción Lionel, eres el gran campeón pero no ves por la gloria de Galar —parecía un hombre frustrado contra Lionel, ¿por qué? Supongo que aquella respuesta llego cuando su mirada se fijo en mi sin piedad.

—¿Quien en su sano juicio libera a un pokémon que no puede manejar?

Paul parecía tan enojado que en realidad no media sus palabras.

El sótano comenzó a temblar, todos nos sostuvimos como podíamos, advertí a Lionel sus ojos brillaron ante los míos.

—¡Ve! Yo detengo al Presidente.

Lionel asintió ante mi seguridad corriendo hacia el siguiente elevador tras él fueron Paul y Gloria, su hermano se quedó conmigo.

—Una, otra y otra vez apareces.

La voz del presidente por fin era fría sin rastro de amabilidad, no me sentí intimidada en realidad me sentí agradecida porque demostraba quien era, camine tranquila y me coloqué frente a él sin dudar.

—¿Estabas buscando esta oportunidad? ¿Ahora vas a alzarte como héroe junto a Lionel? Supongo que no te agrado la idea de ceder tu lugar como campeona.

Apreté mis labios en una fina línea cuando él sonrió burlesco, sin dudar lanzó a dos de sus pokémon al combate, Eacavalier y Ferrothorn.

Me reí de sus palabras tomándolo por sorpresa.

—Y supongo que usted nunca se entero que ese año en realidad fui nombrada con el título de campeona.

Sin decir nada más Lucario y Arcanine entraron en el combate.

—La mentira no lleva a ningún lugar —contestó suavemente dándome escalofríos.

—Entonces demostremos quien es más que palabras.

Los ataques de Lucario y Arcanine fueron suficientes para derrotar a los pokémon del presidente.

Perrserker y Klinklang fueron los siguientes.

—¿A quién le importa una Corona Olvidada? —atacó con los dos pokémon—, solo eres historia... Solo eres la sombra de Lionel.

Me quedé quieta por un momento sin lograr moverme del lugar, jamás me imagine como su sombra, tal vez el presidente no era el único que pensaba así.

Klinklang atacó con trueno a Lucario pero Arcanine lo interceptó primero haciendo que su ataque se desviará.

—¡Maestra cuidado!

El grito de Víctor me llego muy tarde, pero Lucario me aventó del lugar recibiendo el ataque directo.

Corrí a él para auxiliar, estaba fuera de combate, lo guarde fulminado al presidente con la mirada.

—¡La maestra es más que historia!

Víctor grito furioso ante las palabras del presidente, no era su pelea y aún así estaba interesado en ella.

—Los entrenadores avanzan con determinación, quien mejor que el presidente de la liga debe saberlo —Víctor sacó a Cinderace colocándose para pelear, teníamos ventaja ante el presidente.

Ambos con ataques de fuego vencimos a Perrserker, Rose sacó su último pokémon usando el Gigamax.

—¡Maestra!

Hacia una vida que no usaba la pulsera, regresé a Arcanine dentro de la Pokebola, la energía comenzó a rodear todo.

Lo lancé con todas mis fuerzas y Arcanine rugió con fuerza.

—¡Maxignición!

El Copperajah del Presidente intento atacar con Maximetal pero mi ataque fue más rápido y crítico, de un golpe todo terminó.

—Debe detener esto presidente —pedí guardando a Arcanine caminado sería hacia él—, desaloje el lugar, Olivia está preocupada por usted.

Una cara de sorpresa apareció en su rostro para ser llenado con una sonrisa, la primera genuina que vi.

—Siempre supe que el anterior Campeón te nombro campeona, me alegro por ti y me avergüenza no poder ayudado más a superar aquella decisión.

Me quede callada sorprendida por sus palabras, no había maldad en sus palabras.

—Me entregaré, pero primero auxilien a Lionel, no creo que pueda manejarlo solo.

Víctor me miró decidido asentí segura, ambos corrimos al siguiente elevador dejando atrás al presidente.

Aquel hombre parecía estar perdido en sus propios pensamientos, quería creer que tal vez arrepentido.

Una gran explosión hizo vibrar el elevador parándolo por unos segundos apagando sus luces.

La Corona Olvidada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora