CAPITULO 4 - DOLHA

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Dolha

Ciara

Las ausencias siempre han sido el mayor peso y vacío que se puede sentir a la vez. En el peso me refiero a saber que no pudiste hacer nada para evitarlo, la culpa te carcome la conciencia y el vacío es el que sientes cuando no están.

En este mundo y entre los nuestros, la muerte es algo tan común como respirar. Tan normal que no le conmueve a nadie, ni les importa, las rivalidades son algo que alimenta ese deseo por que se acaben a otros antes que tú.

Tuve que pasar una vergüenza enorme cuando mi clan fue cazado hasta en lo más recóndito del mundo, Jason pretendía quitarle a Antonio sus familias fundadoras y lo logró con la mía, pero no con los Giambroni. Me alegro por ellos, siempre han sido una de las familias más ejemplares y unidas.

Mis padres también lo eran y creo que hicieron mal al criarme sintiéndome dependientes de ellos. Cuando aquella noche los aurtacas entraron en nuestra haciende en Italia, mataron a quien se les atravesara con balas de roble. Intente huir con ellos por medio de la salida de emergencia pero alguien se tenía que quedar al cerrar la puerta y despistarlos.

Les tocó ser ellos y prefirieron salvarme a mi, volví a ayudarlos siendo incapaz de acatar su orden y me los encontré muertos en el suelo. Sostuve sus cuerpos y los sacudí pero su corazón ya no latía, en cambio me impregné de su sangre.

Me cazaron por toda la ciudad y los Dolha pasaron a ser historia, corrí y me oculté por las calles de Italia hasta verme acorralada en un camino sin salida, creí que iba a morir pero fue Antonio quien mandó a sus hombres por mi.

Agradezco que llegaran justo a mi tiempo y maldigo que no al de mis padres o familia. Me costo mucho tiempo aprender a sobre llevarlo, pase un largo año en duelo y siendo la vergüenza de los otros clanes.

El mío siempre fue superior entre la nobleza y servíamos a la realeza vampirica por muchos siglos. Los Barcsay son nuestros señores y la fidelidad es inquebrantable, mis padres estuvieron a su favor por varios siglos y deseaban que tomara el mismo camino con Antonio.

Me resultará fácil porque el y yo hemos sido amigos de toda la vida, al tonto le gustaba asustarme con alacranes cuando éramos niños. Nos vimos distanciados cuando sus padres comenzaron a instruirlo estrictamente como debe ser con los hijos de los reyes.

Pero esa amistad sigue permaneciendo y se que le alegra verme otra vez, quiero pensar que ahora siendo todos unos adultos podremos seguir esas locuras.

Estoy acostada sobre la cama de la habitación que tome, cuando llegue me di la tarea de revisarlas ya que planeaba pedirle hospedaje y está es la más atractiva de todas, ademas de que está muy cerca de la de Antonio.

El bonito conejo a mi lado come pasto y es tan adorable que no puedo evitar tomarlo a cada nada.

—¿Tienes un nombre? —le digo acariciando sus orejas— no creo que él te haya puesto, yo te voy a pensar uno.

Vuelvo a lo mío en mi teléfono y escucho unos pasos apresurarse por el pasillo, levantó la vista hacia la puerta que deje abierta y los tacones se vuelven más cercanos hasta que parece Cecilia Giambroni y Mazzinkin Blade's mirándome con el cejo fruncido.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora