CAPITULO 8 - HAUNTED

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Haunted

Antonio

Es de noche, he permanecido mucho tiempo afuera y Gabriel debe de estar buscándome. Últimamente me gusta esconderme de él y obligarlo a encontrarme. Mientras caminaba por los pastizales, me encontré algo que llevo ahora en mi bolsillo.

En la vieja zanja que no se seca a pesar de correr poca agua, se encuentran diversos insectos «Estos le gustarán» emocionado, regreso a casa asegurándome de que Silva no me revise la ropa como siempre lo hace y los encuentre.

Me escabullo escuchando a lo lejos como Gabriel ronda preguntando por mi y tomo la escalera principal subiendo a toda prisa huyendo de mi nana que estoy seguro de que me llevara a la ducha ya que mis zapatos están un poco untados de barro.

Al llegar al pie de esta, sacudo un poco mi ropa antes de caminar al ala oeste. Me topo con algunas esclavas que llevan sábanas envueltas y el olor a sangre me deja quieto.

Continuó mi camino y terminó quedándome en mi lugar cuando mi padre se mantiene hablando con otro hombre que ya he visto muchas veces rondar por aquí.

—Lo siento mi señor —le dice el en voz baja— no está funcionando como se tenía esperado.

—¿Alguna otra medida? —le responde mi padre manteniéndose al margen.

—Existe una señor —le explica— pero solo es temporal, el no podrá mantener una calidad de vida estable. Esto solo lo elevará para después decaerlo al mismo estado o peor.

Mi padre ya no puede disimularlo y se lleva las manos a la cara tallándola con frustración. Voltea en mi dirección cuando se percata de mi presencia y cierra la puerta dedicándome una última mirada.

Dudoso sigo mi camino hasta llegar a la última habitación. Me estiro girando el pomo y anclo la vista a la cama que alberga un tanque de oxígeno en la cabeza. Cierro de nuevo al igual que la ventana ya que a Aron le da fácilmente frío.

—¿Antonio? —murmura mi hermano sin poder levantarse.

—Hola —me acerco a su cama enorme— ¿No puedes dormir?

Niega con la cabeza e intenta quitarse la mascarilla que le suministra oxígeno pero se lo impido.

—No puedo respirar —responde— nana me estaba dando un baño cuando comenzó a salirme sangre de la nariz y después mis ojos se cerraron. Desperté así.

Asiento comprendiendo, Aron es muy débil y casi no sale de casa ni de su cuarto. No puedo visitarlo siempre ya que debe permanecer lejos de patógenos que empeoren su estado de salud.

—Te traje algo para que te sientas mejor —de puntillas me levanto subiendo a su cama, no sin antes de quitarme los zapatos— mira, este es un alacrán —lo saco de mi bolsillo— ¿Ves el tamaño de su tenaza? mucho más grande que la otra y este es un grillo —saco el otro insecto.

Los colocó en en un frasco que está en la mesita para mostrárselos y le ayudó a acomodar sus almohadas cuando intenta reincorporarse. Después del cajón sacó sus anteojos para que pueda ver mejor y sonríe detallando los insectos.

—Eres genial Antonio ¿Como pudiste capturarlos? —tose.

—Cerca de la zanja —le cuento— cuando estes mejor, iremos juntos y atraparemos más alacranes.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora