CAPITULO 13 - ESTRAGOS

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Estragos

Monica

El miedo, si una de las cosas que me enseñaron desde muy chica era perdérselo a cualquier cosa. Tuve que enfrentar día con día pruebas que me fortalecieran y es que para seres como nosotros, las debilidades no caben.

Eso es lo que les enseñan a la estirpe de los vampiros desde que nacen. Les inculcan que los más poderosos están a la cabeza de la pirámide por algo. Todos elogian a los sangre pura, porque se dice que son perfectos en todos los aspectos. Son valientes, aterradores y letales. Todas una figuras dignas de ser líderes.

Pero se equivocan. Algo que nunca nadie les va a decir es que si sienten miedo de ciertas cosas, si tienen fallas y sobre todo debilidades. Nos enseñan a empeñarnos a crear una máscara que mantenga a todos al margen. Sabemos bien que nos superan en número y si ellos no sintieran miedo de los de arriba, tendrían el poder de revelarse.

Ya lo intentaron una vez y cierta persona demostró que no necesito de otro para tomar las riendas que se rompieron. Supo manejarlos a la perfección y sigue haciéndolo.

La nobleza admira y respeta a Antonio. Respeto que se gano con tan solo 8 años de vida. Superó los estándares de toda la historia y aunque sea algo que admirar, también es triste.

No solo se quedo solo. Todo el peso de miles de años de errores cayó sobre el. Porque tomar el puesto es cargar con el pasado de otros, una cadena que no tiene nada más que maldición. Entre nuestra sociedad, no se distingue a un rey de otro y si se hace, es muy pocas veces.

Aquí juzgan, generalizan y ven el modo de tirarte del trono. No hablo de 100 vampiros contra uno, habló de miles de ellos, pero aunque quisiera hacerle entender que ya no está solo. Se empeña por seguir el mismo camino, un sendero parecido que yo también debo tomar hacia otro rumbo.

Antonio tiene sus propios problemas y yo los míos. Hasta ahora sigo siendo juzgada por mi pasado, por que sucedió años atrás. Y me vigilan muy de cerca, a cada que respiro y palabra que hablo. Algo de lo que me di cuenta es de que el tiempo no cura nada, sigo teniendo la herida abierta y me esta sangrando, purpurando todo lo podrido que me implantaron siendo una niña a la que privaron de vivir, a la que orillaron a ocultarse, mezquinándole su libertad y sobre todo arrebatándole lo único que tenia .

Estoy sentada dentro del auto sin dejar de ver las rejas grandes y pesadas que custodian space wolf y los minutos transcurren en silencio en lo que encuentro las agallas suficientes para salir y encararlos. Esto no se compara con lo que sentí horas antes de presentarme ante el consejo de vampiros, es mucho peor y las nauseas siguen formándoseme en el estomago debido a los nervios.

—Podemos quedarnos aquí toda la noche, no te preocupes —dice Jeyssel a mi lado bostezando.

—Ya voy a entrar —limpio el sudor imaginario de mis manos en los pantalones.

—Eso llevas diciendo desde hace dos horas —se asoma Cecilia desde el asiento de atrás entre ambos— y solo estas contemplando la puerta desierta.

—Ellos saben que estamos aquí —suspiro.

—¿Tu lo crees?

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