CAPITULO 37 - FORBIDDEN

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Forbidden

Daniela

Fui estandarizada, moldeada para cumplir las altas expectativas que me clavaron en la piel. Modifique mi cuerpo para satisfacer a un hombre que jamás volteo a verme realmente. Deje de quererme para intentar que otros me quisieran.

Nací para ser un modelo completamente artificial, un objeto para obtener y ganar. Un medio para llegar a algo y la única vez que ame, no me amaron. Hicieron de mi, querer ser un sinónimo de la perfección, solo por ser hija de uno de los hombres más importantes.

¿Quién no ve a Aidren Lagasse y se le viene a la mente la palabra elegancia? Un amable y refinado hombre perteneciendo al concejo vampírico, mismo que hace de su sonrisa su mejor arma, ¿Qué dirían si les dijera que a puerta cerrada es todo lo contrario?

Deje de involucrarme directamente con él, con la excusa perfecta de que tengo trabajo y aunque nuestra relación sigue algo tensa a causa de que yo misma rompí lo que tanto le costó conseguir, un posible matrimonio con Antonio Barcsay. No puede fingir que no existo, o que no soy su hija.

Cumplo dos papeles y es difícil actuar como si no hiciera lo que hago, aunque no muchos me notan y mucho menos les importa a donde vaya cuando tomo mi rumbo, soy lo bastante cuidadosa con mis movimientos. Ahora mismo contemplo a mis amigas discutir de sus propios problemas mientras guardo silencio con la mente en otra parte, la hora se acerca y me pongo de pie.

—¿A dónde vas? —me pregunta Navil.

—Bastian está en la ciudad, quede de verme con el —miento— las veo luego.

—No olvides que esta noche vamos a apoyar a Cecilia —me recuerda Maze.

—Si.

Continúan descansando a escondidas de Antonio, lo que era un lugar solo para chicas se convirtió en para hombres también, porque apenas salgo y me topo de frente con Eisak.

—Hola Dan —curva los labios— ¿esta Maze adentro?

—Es obvio que si —cruzo los brazos— ¿Qué no tienes trabajo?

—Lo tengo —se hace el ofendido— en realidad vengo buscándote a ti.

Baja la voz y me invita a alejarnos de la puerta hacia el pasillo.

—¿Y por qué?

Mira a ambos lados que nadie esté cerca y entonces se humecta los labios, nervioso.

—De entre todas las amigas de Maze, tu eres la única con suficiente voluntad para guardarse las cosas.

—Si es algún secreto, no me involucres, es difícil estar en una situación en la que debo fingir que no se y más con ella —me niego.

—Yo lo llamaría una ayuda, no exactamente algo malo que te comprometa.

Lo observo detenidamente, solo han pasado segundos y se ha peinado el cabello negro tres veces y su pierna se mueve constantemente, hasta podría decir que está sudando. No deja de morderse el labio y un ligero rubor se coloca en sus mejillas.

—¿Qué te traes Eisak? luces como adicto en abstinencia.

Veo un atisbo de sentimiento en sus pupilas cuando se dilatan y estira los labios respirando hondo.

—Quiero decirle a Maze que... —mi pecho cosquillea y cierra los ojos conteniendo las palabras— quiero pedir su mano.

—Oh —el susurro sale de mi boca involuntariamente y mis cejas se arquean.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora