CAPITULO 45 - ACUERDOS A LA MALA

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Acuerdos a la mala

Monica

—¿Alguna vez te preguntaste cómo algo tan hermoso pudo ser tan temido por nosotros?

No, jamás me puse a pensar en eso, siempre he sido poco observativa o no tanto como el, a veces pienso que se toma una tranquilidad que nadie mas posee para contemplar las cosas a su alrededor y encontrar detalles distintos.

—Se acerca el otoño y muy deprisa —suspira— hay que disfrutar los pocos días de sol que nos quedan, porque esta estación será muy larga tanto como el invierno.

—¿Cómo lo sabes? —balanceó las piernas mientras él yace quieto, a su lado ha dejado la careta de oxígeno que no debería quitarse y por un momento me inquieta.

—El olor de las hojas —llena sus pulmones de aire y cierra los ojos disfrutando de la brisa— está cambiando. Cuando la estación está por cambiar, estas desprenden un aroma distinto.

Hago lo mismo que él, apoyo las manos en la banca de su terraza y cierro los ojos inhalando hondo.

Yo no noto esos detalles como tu —parpadeo insatisfecha.

—Quizá porque yo tengo mucho tiempo para contemplar los aspectos de todo lo que me rodea, demasiado tiempo.

Una melancolía tiñe su voz, ni siquiera debería estar expuesto, la ansiedad y preocupación me invade y mis dedos se encogen inquietos.

—No estes nerviosa —me sonríe— volveré adentró, solo quiero estar afuera un poco más.

Te hace daño —me muerdo el labio, es una fea maña, pero no quiero que le pase nada malo.

—Lo se —eleva el mentón y lo único que se mueve en su cuerpo, es su tórax al respirar, esta mañana está muy tranquilo, son muy pocos los días buenos que tiene y hoy, luce completamente tranquilo, relajado sin miedo a nada— solo quiero disfrutar más del sol, antes de que se marche.

La brisa es agradable, pero tiene razón, la tiñe una despedida, una triste y suave despedida.

—A ti te gusta el sol, pero Antonio lo odia —sonríe ante la ironía— siempre dice que detesta las mañanas y prefiere las noches.

—Yo paso todo el tiempo bajo la sombra, con las ventanas de mi cuarto selladas, la noche y la oscuridad son el enemigo que he aprendido a lidiar. Ojala pudiera intercambiar lugar con él, me la pasaria todo el dia afuera y Antonio despertaría al anochecer para disfrutar de la luna como yo el sol.

—Pues a mi me gustan ambas —las flores del árbol de glicinias vuelan y caen a nuestros pies. Su hermosura está por acabarse.

—Solo existe una razón por la aprendería a amar el anochecer.

—¿Y cual es? —toma una de las flores de glicinia y acaricia sus petalos.

—Tu, Monica —responde y coloca la flor en mi cabello cerca de mi oreja— tus ojos me recuerdan a las estrellas y tu nombre a las tormentas. Solo por ti me acostumbraría a la oscuridad cuando ya la odio por privarme de la luz, cambiaría a la luna por ti.

Sí, definitivamente hoy es un dia bueno para Aron y parece que no necesitara de esa mascarilla por unos largos minutos y ojala sea asi, para que pueda seguir disfrutando de la luz, su mayor anhelo, porque lo que para algunos puede ser un estorbo, para otros un sueño.

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