CAPITULO 5 - INCENTIVO

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Incentivo

Monica

¿Siempre vas a estar conmigo? —le pregunto— tengo miedo de no hacerlo tan bien como tú mami.

Ella peina mi cabello metiendo mechones rebeldes detrás de mis orejas y después acaricia mis mejillas.

—Podrás hacerlo aún mejor que yo —dice— y si, lo estaré aunque aveces no logres verme —toma mis brazos y me sienta en sus piernas— aquí voy a estar —apunta hacia mi pecho— solo tienes que buscarme y me vas a sentir, te lo aseguro.

—¿Papá también?

—El también —me abraza— los dos.

Me arrulla como siempre cantándome hasta que me duermo y si hubiera tenido idea que aquella noche sería la última en que la abrazaría, lo hubiera hecho durante más tiempo.

Porque mintió, no están y tampoco los siento, lo único que me dejaron es muchas cosas inconclusas y aún no logro entender de todo cada una de sus acciones.

Vagamente escucho mi puerta abrirse y caminan alrededor de mi cama, sin embargo como siempre me cuesta levantarme.

—Arriba —me dicen.

—No Will no quiero waffles —murmuro aferrándome más a la almohada.

—Es una pena que no sea Will printsessa —camina hacia las ventanas y corre las cortinas por completo dándome una tortura visual con el sol— la espero abajo.

La luz solar es como punzadas de agujas para mis retinas y en vez de acostumbrarme, más se me complica. Yura sale de la habitación y no me queda más remedio que levantarme, yo no funciono muy bien en las mañanas, eso lo ha cambiado, odio levantarme temprano.

Ya han pasado dos años que sigo la rutina y no logro acostumbrarme, mi vida ha dado un giro radical en la que cada mañana me siento incapaz de asimilarla. Antes tenía responsabilidades que ahora veo lo más insignificantes, no tienen comparación con lo que estoy enfrentando en este presente.

Las mucamas entran con intención de ayudar a vestirme pero las rechazo como siempre, puedo hacerlo yo misma y cuando estoy lista, sostengo mi cabello en una trenza despeinada. El clima esta de buen humor hoy y me reconforta saber que no me bañare de lodo como los días anteriores.

Salgo de mi habitación con mi arsenal y giro los hombros tratando de encontrar un mínimo rastro de  dolor físico pero no hay nada, si estuviera el cuerpo del pasado posiblemente no habría podido levantarme o moverme.

Yura día con día me instruye y despolva mi memoria con lo que se supone que ya debería saber. La fortaleza como siempre está llena de personal que limpia y trabaja debidamente, ya no está en ruinas a comparación de cuando llegamos.

—Buenos días mi lady —se detienen a saludar cuando bajo las escaleras y quisiera decirles que dejen tanta formalidad pero Fluvia ya me dejo en claro que tengo que adaptarme y no acepta contradicciones en base a eso.

Todos los Hyndra rondan por aquí ya que es su hogar y mi gente. Se encargan de limpiar las fronteras y vigilarlas, todos esperamos ver invasores pero nos llevamos la grata sorpresa de que mi territorio jamás dejó de estar cuidado aunque pasaran años. Cuando llegue, los Tysla retrocedieron en silencio dejándolo en manos de los míos y aunque no fuera su deber, lo agradecí internamente a él.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora