CAPITULO 44 - A ESPALDAS

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A espaldas

Ethan

Las decisiones son perfectas entradas a lo desconocido, algunas puertas cerradas y otras te llevan simplemente a más. Soy cuidadoso con lo que digo, observo y acciono. Me he asegurado de que nadie me haya visto partir, la noche es más ventajosa que el pleno día.

Mi camino está plagado de trabas y la desconfianza no se hace esperar, aunque es algo normal, inspecciono hasta el último rincón, estoy seguro de que no hay ningún impedimento. Llevo siglos dedicándome a esto, las sombras se mueven a la voluntad de mi sigilo y en el mundo no existe alguien mejor para cargar con este peso que me cuestiona la etnia, la moralidad.

A cada paso que soy, mantengo mi lengua sujeta, e incluso cuando me inclino a quitar la vieja tapadera de la coladera, contengo mis suspiros, la calle es completamente solitaria, en el barrio solo abundan viejos vagabundos y moribundos humanos a los que no les importa nada en realidad.

El metal escuece mis dedos y sujeto con fuerza mi capota antes de saltar al interior de la negrura del agujero. Mis ropas solo provocan un susurro que se lleva el viento al momento de caer. Bajo y bajo metros profundos hasta tocar el suelo, el charco de agua apenas salpica cuando caigo de puntillas.

Los tres túneles son lo primero que capta mis ojos, pero antes de continuar, mi teléfono comienza a vibrar. El nombre de mi hijo mayor enciende la pantalla y cuelgo apagando el artefacto. «tendrá que esperar».

Tomo el sendero de siempre y corro kilómetros encontrándome con otra división de siete caminos, todos ellos me los he memorizado por siglos, sabiendo lo que espera al final de ellos, esta ciudad se construyó de abajo hacia arriba a nuestro beneficio. Los edificios se levantaron sobre puntos convenientes y Nueva York no solo es un esplendor por arriba, es más de lo que parece por debajo.

Fontana es una colmena escondida y algunos de estos túneles viejos y olvidados, están aliados con ella, pero este lugar en específico, no lo conoce nadie. Ni siquiera Antonio o el viejo Gabriel. Es una trampa pensada por los de mi especie, si tomas el rumbo equivocado, te llevara a más y más, hasta perderte por completo, quitándote la posibilidad de regresar.

Me toma solo minutos llegar a donde quiero, la cámara de la casa de lucifer, fue nombrada así por lo engañosa y traidora que es, porque como ya lo dije antes. Un completo desconocido entrando aquí, es carnada muerta, este sitio está plagado de licántropos encadenados y hambrientos, si caes en un agujero, es posible que te encuentres con ellos.

Mis fosas nasales se expanden capturando los olores y me bajo la capota de la capa, las flamas de las velas se mantienen quietas, alumbrado la oscuridad, cuando un suave susurro las mueve y ellos aparecen, caigo sobre mi rodilla agachando la cabeza con mi mano apoyada en la pierna. Las sombras se ciernen, sigilosas y apenas perceptibles, los escucho soltar el aire retenido y mi cuerpo reacciona erizándose.

No los veo a la cara, solo espero y cuando la posición de sus piernas cambia, lo tomo como una orden para levantarme. Uno de ellos se sienta en la gran silla, mientras que la otra espera de pie. Endurezco la mandíbula mirándolos y me acerco con completa libertad.

—¿Te aseguraste que nadie te viera?

—Si —respondo— como siempre. Me disculpo por no venir los días previos que lo pidieron, él no me perdía de vista.

—¿Ha regresado a la ciudad? —me pregunta ella de pie con la inquietud disfrazada.

—Así es —asiento— Monica Tepes también, les sugiero que no se muevan por unos días, ella ha incrementado sus patrullas.

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