CAPITULO 32 - 28/04

4.7K 241 478
                                    

★・・・★・・・★・・・★・・・★・・・★

28/04

Antonio

Si estás acostumbrado a ganar siempre y ser obstinado para mantenerlo así, déjame decirte que es una mierda cuando toca aterrizar en el suelo y caerte de esa cima por uno o dos razones que nunca antes se cruzaron por tu mente o llegaste a imaginar. No siempre tiene que ver con el dinero, o yo que sé, créeme, hay aspectos peores y pesan más que cualquiera o eso es lo he comprobado hasta ahora, porque las luchas se vuelven más bravas conforme el problema crece, pero existen otras que hasta ahora sigo sin poder ganar.

El orgullo y la soberbia son más que generadores de conflicto, una mujer me enseño que no se le puede decir completos defectos cuando también tienen función de barreras y escudos, sirven para gobernar y liderar acompañados del miedo que infunden, para que las lacras de abajo no se salgan de entre tus manos y alcances; claro que esto no garantiza que siempre funcione, porque uno o talvez tres por ciento del total tenga suficiente valor para salir de ese círculo y volverse en tu contra, a esos son nombrados aurtacas.

—¿Pero sabes que es lo que más me molesta? —espeto, como si hablara conmigo mismo, pero en voz alta— que siempre es por alguien más. Toda gira entorno a terceros y eso es lo que la orilló a hacerlo. Jamás va a ver un jodido día en que vea por ella misma. Se cree un maldito súper héroe cuando jamás lo ha sido. De inocente solo tiene la cara, créeme, yo más que nadie sabe lo maldita que puede llegar a ser esa mujer si se lo propone.

Es el peligro de mi existencia, el límite entre la sensatez y el deseo de volverme partículas.

—¿Quien?

—Pues ella... —continuó— toda esta mierda es por el amigo aquel que nació con mucha suerte —lo considero— o bueno ya no tanta...

Muevo los pies y me estiro el sofá viejo e incómodo con capas de polvo y forraje floreado mientras juego con el estuche y el maldito gato se me sube arriba maullando. Estoy enojado y efusivo.

—¿Por qué? —pregunta la mujercilla confundida.

—Porque ya te dije que le van a rebanar el cuello —hecho el gato devuelta al suelo y limpio mi camisa— si no lo hacen los suyos, que por ahí deben de andar, lo harán los nuestros y morirá.

—¿No hay otra manera de hablar que no implique la violencia? —su voz ronca la hace toser un poco.

—No anciana —me incorporo— ¿acaso no escuchaste lo que te dije? es un híbrido, Monica solo está posponiendo lo inevitable. Tarde o temprano se va a saber.

—No te entiendo nada de lo que dices hijo —arruga las cejas y respiro hondo— pero yo no creo que sus esfuerzos no valgan nada, es su amigo, lo quiere y protege.

Ruedo los ojos cruzándome de brazos, la cafetera comienza a chillar de precipitación y ella se levanta muy lentamente perdiéndose en la cocina con su bastón.

—El querer a veces no es suficiente en este mundo, sí, hay que "valorar" —hago comillas con los dedos— lo que tenemos en esta vida de porquería, pero sale caro acostumbrarse y yo lo estoy comprobando ahora mismo.

Me empino la botella que traje desde anoche deambulando cuando llegué aquí y la anciana me dejó pasar. No sé por qué he estado viniendo, no desde la segunda vez que la misma viejita me encontró saliendo del bar tambaleándome, me rapto y me trajo a su añejo apartamento, cuando me desperté estaba rodeado de jarrones de arcilla con papel tapiz floreado adornando las paredes y como no.... olor a gato.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora