CAPITULO 16 - EL PESO DE LAS PALABRAS

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El peso de las palabras

Jeyssel

Las sorpresas, el sentimiento de sorprenderse sigue siendo algo nulo para la vida cotidiana de algunos. Más no para mi.

He vivido y pasado más cosas de las que mi corta vida podría recolectar. Nos desvivimos día con día para dar lo mejor de nosotros y recibir una recompensa a cambio ¿Pero qué pasa con los que no hacen nada y aún así la obtienen?

La vida es injusta y caprichosa, muchas veces hará lo que sea por hundirte en la mierda, nadaras o pelearas por salir a la superficie y de nuevo viene alguien a cargar más, haciéndote imposible salir.

Yo soy de la idea de que nunca espero nada, las mierdas me llegan por si solas. Me contarán lo más descabellado y muy difícilmente te podré trabas. Sin embargo, siempre hay excepciones.

Últimamente varios acontecimientos logran dejarme perplejo, con un debate en mi cabeza. He tenido que morderme hasta la mano para diferenciar si estoy dormido o despierto. Para mi desgracia lo estoy, más que despierto, vivo.

Cada mañana me miro al espejo y permanezco tan quieto frente a mi reflejo, que parezco viajar a otro lugar que no sea mi realidad. Las horas pasan y día con día me pregunto ¿que carajo es lo que estoy haciendo?

En teoría debería estar satisfecho conmigo mismo. Mi hermana está vivía y plenamente sana disfrutando su vida en Arizona, me gradué y ahora llevo a acabo la residencia, incluso volví a integrar a Clare en mi vida.

Miro a mi espalda y es imposible asimilar que pase noche con día por el rincón oscuro al que nadie quiere acercarse. Muchas cosas extrañas pasaron y si pensaba que no me podría ir peor, la vida una vez más viene y me sorprende.

Aparentemente volví al camino del que me desvié y me reintegré a la rutina vieja con nuevos movimientos ¿pero a qué costó? soy muy perceptivo, joder vaya que lo soy y nada se me escapa. Eso me trae más problemas de los que puedo manejar.

Me tomo un baño como todas las mañanas y utilizo ese viejo shampoo que mi hermana solía recomendarme usar para la caída del cabello cuando el estrés me provoca a estas reacciones. Bromeaba diciendo que quedaría calvo si no me lo llevaba con calma.

Quien diría que esta vez si me vería necesitado de usarlo..., froto mi nuca con las yemas de los dedos tratando de relajarme y cuando las bajo para enjuagarlas, unos nudos de cabello caen. Se deslizan al suelo con la corriente de agua y de nuevo paso la mano atrayendo más y más cabello.

Termino quitándome el exceso de jabón y salgo de la ducha con un frío que me causa temblores. La calefacción no ayuda mucho y al estar a medidos de finales de enero, el clima sigue siendo inestable.

Me paseo por el closet tomando una de las camisas blancas recién planchadas por el ama de llaves y abrochó los botones con tic en mis manos temblorosas.

Recuerdo que antes tenía que contraer un poco el abdomen para que cerraran por lo ceñido y ahora que he bajado tanto de peso, parecieran quedarme tres tallas más grandes. Lo único que no hace diferencia es la corbata, porque los pantalones son el mismo cuento.

No tengo apetito, tampoco energía. Quisiera beberme todo un litro de café para aguantar la jornada, pero a mi desgracia solo tengo permitido una taza. Mi teléfono vibra en la mesa de la cocina y deslizo la pantalla al ver el mensaje de Clare.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora