17.

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Estuve todo el día trabajando para seguir la pista de la persona que me mandó la nota, obviamente tuve que enviarla al laboratorio para ver si podíamos rescatar algo, tenía dos opciones el marido de la Sra. Porter o los mafiosos del bar que se dieron cuenta de todo, aunque mi intuición me decía que era la primera. Cuando volví a casa cansada, abrí la puerta y me aturdieron con un golpe en la cabeza, puse ambas manos en el piso sin moverme, saqué mi celular y lo dejé grabando, tenía configurada un atajo para hacerlo casi sin esfuerzo, cualquier principiante en esto lo hace. Cuando vi al marido de la Sra. Porter pensé en lo idiota que era, luego en lo desesperado que estaba para hacerme algo con sus propias manos, estuve estremadamente cerca de atraparlo, pero finalmente el se entregó haciendo esta estupidez. Me golpeó bastante, diciéndome cosas sin parar y cuando vi la pistola casi sin ninguna manera de defenderme cerré los ojos porque no quería que esa fuese mi última imagen. Por una razón no fue mi momento y Peter apareció como Superman en mi habitación arriesgo su vida sin saberlo, me salvó en el momento exacto, eso era algo que jamás olvidaría.

Cuando abrí los ojos en el hospital lo primero que pensé fue en las palabras de Eugenia, efectivamente deseaba ser panadera, estaba dopada y como si un camión me pasó por encima, veía personas mirarme pero todo muy borroso como para distinguir de quién se trataba.

—Por fin —escuché la voz de Cande— Pensé que no despertaría hasta mañana ¿Cómo te sientes? ¿Le avisamos al Chino?

—No aun, no la dejará respirar, La... me escuchas? —preguntó Eiza.

—Hola —dije tratando de acomodarme— ¿Cómo está todo? ¿Qué pasó con ese hijo de puta?

—Da lo mismo ahora amiga —dijo Cande— El Chino se está ocupando de eso, tiene tu grabación, la declaración de Peter, todas las cámaras de seguridad entrando a tu edificio, está perdido. Pensaba en matarte y salir del país—me resumió— No te preocupes de eso, ahora tu eres lo importante

—¿Llamaron a la amiga de la Sra. Porter? —pregunté con una sonrisa— La que estaba muy preocupada por llegar a la verdad, le dijeron? —Cande me miraba con una sonrisa— Siento que un camión me pasó por encima, me siento principiante y bastante pelotuda ¿Como no me di cuenta que estaba en mi casa? No era la primera vez que lo hacía, mi closet estaba desordenado... ordeno mi ropa por color y una de mis chaquetas no estaba en su lugar. ¡En ese momento debí darme cuenta! Anotalo Cande, no recuerdo el día, creo que fue el día de las cervezas con... mierda. Ya te digo

—Ok, ahora descansa —dijo Cande

—Despertó —entró Eugenia vestida de doctora— Hola chicas —las saludó a ambas— Debe ser la vez que más dormiste en tu vida —se burló y comenzó a examinarme— Quédate ahí, no te muevas demasiado, tienes un lesión muy dolorosa y lo mejor es que estés medicada o vas a sufrir bastante, por lo menos la primera semana.

—¿Cuántas horas llevas trabajando? —pregunté

—Tengo un turno especial para ocuparme de la paciente más rebelde de todas —respondió mientras me examinaba— Hoy hubo un festival de visitas policiales, te dejaron flores, eres muy querida, eres la chica popular de la estación.

—Hola —entró Bella corriendo— ¿Ya despertó? ¡Hola amiga! No te puedo abrazar —se sentó en la camilla con los ojos llenos de lágrimas— Por dios, perdón. Debí quedarme o darme cuenta, lo vamos a destruir te lo prometo —me acarició con delicadeza— Mira lo que te hizo este infeliz de mierda, lo quiero matar —solté una sonrisa y moví la cabeza, entonces se acercó y me dio un beso en la frente— Hola Eugenia.

—Hola Isabella —respondió Euge— Yo las dejo para que pueda conversar tranquila —momento incomodo— Cualquier cosa aprieta el botón, por favor no la haga hablar demasiado tiene que descansar.

Dos ExtrañosWhere stories live. Discover now