28.

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Después de cuidar a Lanzani tuve que irme volando al trabajo porque estaba muy atrasada, aun así llegué correctamente a la hora. El Chino me hizo un informe completo de nuestro nuevo caso, pero la verdad es que yo no lo estaba escuchando demasiado, me sentí muy mal por eso. Cuando estaba escribiendo un correo vi la mirada perdida de Bella, jamás la había visto de esa manera, apagada por completo como si quisiera salir corriendo del lugar y yo la conocía muy bien, después llevó su atención a Eiza, la miró por varios minutos hasta que giró su silla.

—Lali —dijo Cande— Voy al banco, necesito buscar las cámaras de seguridad y me las darán —le quité el disco duro de la mano.

—Bella y yo vamos —dije con una sonrisa, Bella me miró sorprendida— Dale, no seas aburrida. Tenemos que salir de este lugar —guardé el disco en la cartera— Volvemos en un rato, sigan llamando a estas personas, por favor.

Bella tomó sus cosas y bajamos al auto, se fue en silencio casi todo el camino, entonces detuve el auto

—¿Quieres hablar? —la miré y negó— ¿Por?

—No me hagas esto, tu sabes lo que se siente este dolor —dijo mirando hacía delante— Necesito que trabajemos, estoy haciendo un esfuerzo muy grande en ir  a la oficina —me dijo muy agobiada— Por favor, avanza.

—Bella

—Lali... te lo pido por favor —me dijo limpiándose las lágrimas— Ya ni siquiera puedo estar bien por Rufina, me duermo todos los días con un dolor acá que no me deja respirar, tengo que venir al trabajo y ver a esa hija de puta como si nada que se hace la buena onda, de verdad le crees ese cuento que no hizo nada cuando era mi mujer? —dijo suspirando— Por favor, trabajar es lo único que me ayuda a poner la cabeza en otro lado, no me lo quites

—Pero no puedes estar así, no está bueno. Lo digo porque sé lo que siente venir a este lugar con un dolor como ese —me miró mal— Dime lo que te pasa, lo que sientes

—Me gustaría que me pase un camión por encima y despertar sin memoria —soltó con una sonrisa— Sin saber nada, con el cerebro en blanco por completo, solo me gustaría recordar a Rufi y a ti —agregó con una sonrisa— Nunca me había sentido de esta manera Lali, es Euge... mi amor de toda la vida, la persona que tenía en un pedestal y me decepcionó tanto que no me lo puedo creer. —le di un abrazo— Ya está, nadie se murió por amor, debes pensar que soy una exagerada a comparación de lo que tu viviste —negué— Perdón, te prometo que me voy a poner bien y esto se terminara.

—Amiga, no está mal estar triste porque te rompen el corazón, es normal ¡Se trata de la persona que amas! Sería raro que no te pase nada —me miró con atención— Te vas a poner bien, pase lo que pase entre ustedes, Rufi y la felicidad de cada una siempre tiene que ser lo más importante —asintió y me abrazó nuevamente.

—Te amo mucho, eres lo mejor —me dijo con una sonrisa.

Puse música y nos fuimos directo al banco. Cuando llegamos nos llevaron a la oficina del encargado, tardaron un par de minutos en darnos las imágenes y luego bajamos a la recepción, Bella se detuvo en un cajero a sacar dinero, todo iba bien hasta que escuché un tiro, lo primero que pensé es que se trataba de un asalto, me tomé la pistola que traía en la cintura y me escondí rápido tras el cajero, luego vinieron más disparos, vi caer a un par de personas.

—¡Todo el mundo al suelo! —dijo un hombre con una metralleta en la mano, estaba temblando— ¡He dicho que todo el mundo suelo hijos de puta! —gritó— Estoy lleno de bombas y si alguien se mueve van a explotar todos, no se atrevan a disparar

—¿Está solo? —dijo Bella

—Es un atentado —le dije hablando bajo— mira como tiembla ¿Tienes una radio? —negó— ¿Pistola? —asintió— Mierda, yo también. Somos blanco, lanzala —negó— Bella lanzala —dejamos la pistola tras el cajero automático— Cuenta rápido cuantas personas somos —yo lo miraba con atención.

Dos ExtrañosWhere stories live. Discover now