18.

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Llegué a estación casi diez minutos tarde, subí corriendo para que el capitán no se diera cuenta y me llamó inmediatamente a su oficina. Obvio que la situación causó risa entre todos mis compañeros, no podía librarme nunca ni aunque hiciera mi mayor esfuerzo.

—Siéntate por favor —dijo con una leve sonrisa— Recibí el llamado del jefe de la brigada de homicidio, me dijo muchas cosas sobre ti, entre esas que está bastante agradecido de tu actuar ¿La detective Esposito está bien? —preguntó preocupado— Ursula me dijo que estabas ahí.

—Recibió una paliza en manos un de cobarde pero está mejor, es una mujer muy fuerte —dije con una sonrisa.

—Lo sé —respondió

—¿La conoces? —pregunté

—No —respondió nervioso— Lo mismo que ustedes, me imagino que tiene que ser una mujer fuerte para ponerse al frente de todas esas personas, así como lo son nuestras chicas —simplemente sonreí, siempre se trataba de Lali se ponía un poco extraño— ¿Eres agente secreto? ¿Desde cuándo?

—Es algo que estoy haciendo para divertirme, no soy agente secreto. Bella y Lali me pidieron ayuda para un caso y les estoy dando una mano —sonreí— ¿No puedo?

—Son tus decisiones, recuerda seguir las indicaciones que te dan, ellos tratan con personas muy peligrosas. Te felicito, hiciste lo que un bombero haría por un vecino del barrio —agregó con una sonrisa— Estoy muy orgulloso de ti. Puedes volver con los chicos, por favor no llegues tarde, sabes que no me gusta.

—Capitán —dije cuando estaba por salir de su oficina— No lo hice como bombero esta mañana me di cuenta de eso, creo que lo hice como Peter —respondí y se sorprendió— Permiso.

Regresé al trabajo con mis compañeros, le escribí dos veces a Bella para tener novedades de Lali y casi al final del día me contó que estaba mucho mejor, decidí no visitarla porque iba a quedar como un intenso, ella estaba en todos los detalles de las personas, no quería que pensara cualquier cosa de mí. Natalie apareció de sorpresa en mi departamento, nunca se anunciaba pero la verdad es que no me importaba demasiado, me acosté con ella y se fue antes de que se le hiciera mas tarde, lo mejor es que ni siquiera había que pedirle que se fuera. Salí al balcón a fumar un cigarro y me encontré con Bella en el departamento de Lali.

—¿Estás parando acá? —dije riendo.

—Estoy parando donde me lleva la ola —respondió riendo— ¿Esto es lo que ve mi amiga todos los días? ¿Siempre estás en bolas?

—Hace calor —dije riendo— ¿Que haces acá?

—Escapo de mi casa, tengo un régimen extraño con Eugenia y no tenía ganas de estar encerrada en la habitación de mi hija con todos los peluches, estoy con muchas cosas en la cabeza con todo esto de Lali, necesito trabajar y mantenerme fuerte —suspiró, parecía agobiada— Por lo que veo no hay nadie en mi departamento —miré riendo— El quinto piso, está todo apagado, ahora se la pasa en juntas viviendo la vida loca.

—No puedo opinar de una amiga, lo siento —dije riendo— Pero no te preocupes, no le voy a decir nada de lo que dijiste, igual está bueno, no? Estar casadas tanto tiempo, capaz un escape por unos cinco minutos, librarse de la otra persona, deberías hacer lo mismo, salir y divertirte

—Nunca tuvimos una vida de casadas aburrida, siempre supimos resolver todo, pero me parece que este año ha sido mas que complicado —suspiró— En fin, necesito focalizarme en todas las cosas que hay que presentar al fiscal.

—¿Cómo está Lali? —pregunté

—Hoy con más ánimo, menos adolorida, mañana van a bajarle los calmantes para que se vaya acostumbrando, el doctor dice que ambas lesiones son dolorosas pero se va a poner bien, tiene muchas de venir a su casa pero claramente no es el momento, es lo mejor para todos porque seguro nos llenará de trabajo —agregó riendo.

Dos ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora