Epílogo

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Los incendios forestales eran mi enemigo número uno por razones obvias, odiaba cómo funcionaban, odiaba ese maldito factor sorpresa que podía cambiar las cosas en segundos, la única parte que no estaba tan mal era cuando se terminaba y venían todos los vecinos del lugar a darte las gracias con un montón de comida, eso hacía nuestro regreso mucho mejor.

—No traje las llaves de casa —dije revisando mis cosas— Voy a tener que entrar por la ventana —Tincho me miró tentado— La buena noticia es que son las cuatro de la mañana y Lali debe estar durmiendo profundamente

—No creo que tu mujer duerma profundo si sabe que su marido está combatiendo un incendio forestal —dijo Úrsula mirando el celular— Además una mujer jamás duerme profundo si todos sus pollos no están en el nido, en este caso tu también eres un pollito

—Debe estar dormida porque le mandé un mensaje que ya estaba regresando a casa para que se quede tranquila, mi mujer no es así, es mucho mas relajada de lo que parece —agregué con una sonrisa y me quité el cinturón— Acá me dejan bien, puedo caminar dos cuadras. Muchas gracias a todos, buen trabajo, Tincho está a cargo del orden cuando regresen a la estación, muchas gracias.

—La buena noticia es que llegamos a tiempo para el cumpleaños de la princesa —dijo Úrsula— Mañana voy a llegar temprano —le di un abrazo y me bajé corriendo

Llegué a mi casa y lancé primero mi bolso, salté la reja rápidamente, todas las ventanas del primer piso estaban cerradas, incluida la puerta de la cocina. Tuve que subir al árbol para probar con la ventana del segundo piso, por suerte la ventana de la sala de estar estaba sin pestillo, abrí con cuidado muy minuciosamente, en cuanto puse un pie en la casa, me derribaron al suelo, me puso una rodilla en el cuello y no tuve opción de moverme.

—Soy yo, soy yo —repetí dos veces, me apuntó la cara con una linterna pequeña que usaban los policías, ahí me di cuenta que estaba apuntando con una pistola— ¿Disculpa?

—Dios, como se te ocurre —dijo enojada y prendió la luz— ¿Dónde están tus llaves? ¿Te volviste loco? Pensé que nos estaban entrando a robar cuando intentaron abrir la puerta de la cocina, por dios —me dolía mucho el cuello, así que comencé a moverlo— ¿Te lastime? —me tomó la cara— ¿Por qué no me llamaste? —dijo enojada

—Ya perdí la cuenta sobre las preguntas que me hiciste —dije con una sonrisa— Auch, me duele —me toqué el cuello— No llamé porque no quería molestar a esta hora y me di cuenta en camino que no tenía las llaves, lo siento. La buena noticia es que la familia está a salvo contigo —la hice reír— no sé en qué momento estaba tan seguro que estabas dormida profundamente.

—No duermo profundo cuando no estás en casa —se cruzó de brazos con la pistola en la mano y levanté los dos brazos

—¿Me acabas de apuntar con una pistola cargada? —pregunté sorprendido

—Pensé que eras un delincuente —agregó con una sonrisa— Vamos a la cama, es muy tarde o temprano, nos tenemos que levantar dentro de poco ¿como estuvo todo? —preguntó

—Intenso, perdimos a tres personas que se negaron a salir de sus casa —dije triste, me tomó la mano y fuimos a la habitación— ¿Estabas preocupada?

—Si, estuve un poco enferma del estomago desde que te fuiste. Odio cuando te vas a esos incendios, no me gusta para nada. Pero cuando me escribiste "ya voy a casa" me tranquilicé, pensé que con el tiempo me adaptaría a este tipo de cosas se ve que voy a sufrir hasta que tenga... ¿Te duele mucho? —dijo con una leve sonrisa— Perdón

—¿Cómo se han portado? —pregunté

—Bien, hoy un poco ansioso porque ya llevabas mucho días fuera pero todo bien —me acarició— ¿Te pongo un poco de crema en el cuello? —negué y la besé con una sonrisa.

Dos ExtrañosTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon