19.

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Tenía un pito en el oído que no me permitía escuchar absolutamente nada, estaba perdida en el espacio tratando de entender lo que vi, después de varios minutos me di cuenta que el agua de la tina estaba fría, me vi las manos y las tenía arrugadas ¿Hace cuánto tiempo estoy acá? pensé mientras se me caían lágrimas.

—Voy a entrar, perdón pero voy a entrar —la voz de Bella se hizo presente en el lugar y abrió la puerta del baño, se puso de rodillas al lado de la tina y me miró con atención— Está bien si quieres llorar y no decir nada, pero lo menos habla conmigo, dime cómo te sientes, no te quedes en silencio tanto tiempo —me acarició— Lo voy a matar, en cuanto lo vea lo voy a matar. El agua está fría —tomó una bata que estaba colgada y me la dio, literalmente me sacó del agua como si fuese su hija— Ven acá, voy a prepararte para...

—Había música cuando entré a casa, música romántica... no sé, habían dos copas en la mesa como una cena preparada —dije llorando— Me di cuenta que algo pasaba pero cuando escuché risas desde mi habitación —hice una pausa— sentí como me faltaba el aire, no sé porque me animé a entrar, desearía no haber visto todo lo que vi. No me lo merezco, no me merezco este dolor —me abrazó fuerte— Yo le di todo de mi, me entregué por completo, sacrifiqué muchas cosas, incluso el ascenso que querían darme en otra ciudad —me miraba y lloraba conmigo— La llevó a nuestra casa entiendes? A nuestra cama, a nuestro baño y no sé hace cuanto tiempo lo estaba haciendo.

—Tu eres todo lo que está bien en este mundo y ese hijo de puta jamás en su vida va a poder conseguir a una mujer tan increíble como tú amiga —dijo mientras me acariciaba— Ahora va a doler pero dentro de unas semanas será menos y cuando lo olvides estarás agradecida de sacarte a ese infeliz de tu vida, te prometo que será así, aunque tenga que darle un tiro —solté un sonrisa y me abrazo— Todo estará bien, tu eres la persona más fuerte que conozco  —mi celular no dejaba de sonar— Vamos a secarte el pelo, yo me encargo del celular.

Me vestió, me secó el pelo y luego me llevó a la habitación de Rufina, así fue por casi dos semanas donde ambas me cuidaron como una hija más, porque tenía un dolor que no me dejaba respirar, estaba tan decepcionada de la vida que pensé en renunciar en todo, pero cuando escuché que él había decidido salir de la brigada, me decepcioné de mi misma, yo no hice nada, no tenía porqué escapar, aunque sentía la mirada de lastima de todo el mundo, la conocía perfectamente, crecí en un orfanato.

***

Bella lloraba en el baño desconsoladamente todas las mañanas y antes de dormir, luego salía, fingía que se sentía en perfectas condiciones, hablaba de las cosas que hizo con Rufi hoy después de la escuela y en cómo le estaban tratando de explicar la separación aunque seguro ella lo entendía mejor que los adultos. Me daba mucha lástima no poder cuidar de ella como lo hizo conmigo, porque no podía moverme bien y tenía algo de dolor pero de todas formas me esforzaba en preparar desayuno, salir a caminar por el barrio, distraerle la mente aunque fuese muy difícil.

Habilitamos mi otra habitación con un colchón provisorio para que pudiera dormir ahí sin joder a su familia de gente rica que le sacaba cosas en cara, ella cuidó de mí siempre, era lo minimo que podía hacer. Aceleré mi regreso a la brigada porque Bella estaba en otra galaxia y había mucho trabajo como para que tuvieran dos personas menos, de todas formas, solo podía ayudar con el trabajo administrativo porque aún tenía mi cabestrillo y las pastillas para los dolores.

—¿Crees que Peter pueda venir conmigo al bar esta semana? Estamos siguiendo a nuevos sospechosos, pinchamos algunos teléfonos para las escuchas, están hablando en código pero aún no logramos descifrar, tenemos que ser más atrevidos —dijo el Chino.

—Voy a preguntarle, tenemos que ver que onda su turno, hay días que tiene que dormir en la estación —dije mirando mi celular— Luego le escribo para saber.

Dos ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora