34.

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Cuando lo vi lo primero que se me vino a la mente fue la imagen de la ducha, no sé porque si ya había pasado hace mucho pero mi cerebro me jugó una muy mala pasada, me quedé en silencio unos segundos.

—¿Qué haces acá? —dije sin entender su presencia en mi casa.

—Tenemos que hablar —agregó con su seguridad de siempre, se ordenó el pelo y miró a los chicos— En lo posible a solas, necesito conversar contigo antes de ir a la brigada, sobre el caso que tienes

—¿Quién te dijo que me podías encontrar acá? —pregunté enojada.

—La, yo voy a mi departamento —dijo Peter dándome un beso en la mejilla— Cualquier cosa me llamas, permiso —salió del departamento, Eugenia lo miró mal y lo siguió, luego miré a Bella y se fue a su habitación

—¿Es una... remera de la estación de bomberos? —dijo mirando mi look con atención mientras me miraba con una sonrisa.

—Primero no tienes porque estar en mi casa, si tienes algo de trabajo para decir lo mejor es que me mandes un mensaje y lo veamos en una cafetería, segundo no te interesa de que mierda estoy vestidas, quiero que te vayas ¿Quién te dio mi dirección? —pregunté enojada.

—No te voy a decir —me dijo con una sonrisa mientras se cruzaba de brazos— Interesante cómo han cambiado las cosas en este lugar —se sentó en el sillón y me miró— Hice una visita express y me di cuenta que no es lo mismo de antes —miró hacía todos lados— Muy lindo tu departamento, siempre tan ordenada ¿Que es de tu vida? —me quedé en silencio— Entiendo perfectamente que sigas enojada conmigo estas en todo tu derecho, pero vamos a trabajar juntos por un par de semanas y por lo mismo vine acá, quiero que nos mostremos como los dos profesionales que hemos sido siempre, el team maravilloso que rompió todo, no me mires así —levantó las cejas con una sonrisa.

—Eres una persona con demasiada personalidad —dije moviendo la cabeza— No tengo ni el más mínimo interés de ser grupo o team contigo, no estaré a cargo de ese caso, ya resolví todo eso con el Chino, está cargo... tienes que escribirle a él

—Que lastima —me interrumpió— Pensé que íbamos a trabajar juntos nuevamente, es por lo que vine a esta ciudad, para verte... Fui un hijo de puta —se me hizo un nudo en la garganta— Y si pudiera cambiar las cosas te juro por mi madre que haría todo diferente con tal no hacerte sufrir, me sigue doliendo hasta el día de hoy La —agregó triste— Tu siempre serás la mujer más importante de mi vida, con la que deseé casarme y formar una familia, ya sé que es una locura que...

—¿No te parece un montón? —lo interrumpir— Tocar la puerta y vomitar tanta información, me parece un poco patético lo que estás haciendo. Tu y yo no tenemos absolutamente nada que conversar sobre nuestra vida privada, eso ya murió, está pisado hace bastante, tu lo mataste. No quiero escuchar tus disculpas después de todo este tiempo, es una locura —dije muy enojada— Me da bronca, que vengas con esta actitud de mierda a mi casa, entres sin que te lo permita, te sientes como si fuese una visita recurrente, no eres bienvenido acá, ni acá ni en toda mi vida. Ahora quiero pedirte que te levantes y salgas, no vuelvas a joderme

—Lali, tienes toda la razón. No sé en qué momento me pareció que esto era buena idea, simplemente no quería llegar a la brigada y que todo fuese incómodo para personas que fueran nuestra familia por tanto tiempo —se puso de pie— Pensé que íbamos a poder conversar un poco, como dos personas civilizadas pero veo que aún estás muy dolida y lo entiendo—se quedó en silencio y caminó a la puerta— ¿Ese chico era tu novio? —preguntó

—Que mierda te importa —respondí

—¿Es bombero? —preguntó con una sonrisa— Sabes que lo averiguaré de todas formas, voy a pasar varias semanas acá —me quedé en silencio nuevamente— Mariana Esposito con un bomberito nunca me lo imaginé la verdad 

Dos ExtrañosWhere stories live. Discover now