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Llamo a la vida, ella no responde. Una vez fuimos cercanos, ella y yo jugamos en el patio.

Un día se hizo invisible. Un día me traicionó. No supe si se fue o se quedó, pero nunca más la sentí.

Ella le daba sentido a la existencia, con sus emociones, bajadas y subidas. Ahora desciendo, no estoy con ella, desciendo capa por capa bajo tierra hasta derretirme en el centro de fuego.

La muerte me tomó de la mano, yo me aferré porque estaba solo, era la única forma de saber que aun era en el espacio de seres vivientes.

Me dejé seducir, la muerte era tan atractiva, tan gentil, llena de nuevas nociones. Me instó a desaparecer, por el puente de la locura hacia la no existencia. En el vacío, la nada, dónde nada suma ni resta. Dónde el ser no es incompleto, es completamente ninguno. Nada me faltará, ni voy a necesitar.

Hice un trato con la muerte, ella no puede devolverme a la pasión de vivir, pero podría quitarme el tormento de lo que implica ser.

En un atardecerWhere stories live. Discover now