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Mis fuerzas son pocas, pero era más débil sin una razón para escalar hasta la cima.

Vuelven a acecharme mis pensamientos. ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? Soy la escoria humana sin sentido en el mundo. No me atrevo a cuestionar por qué subo, aunque dude de la razón por la cual respiro.

Apunto de tropezar, me agarro más fuerte y miro hacia arriba. Los rayos del sol comienzan a hacer lo suyo. Traspasan la tela fina de las hojas, las rendijas de las ramas y con ellas también las que hay en mi alma. Es el atardecer, soy yo y es alguien más a quien no logro conocer.

Llego a un punto estable entre dos ramas, es preciso para mantenerse en pie sin caer, al menos hasta que quiera.

El viento es apacible, silva una melodía tranquila. Cierro los ojos y me dejo llevar. Siento el mover del árbol, baila al son de la música. Un espectáculo se exttiende en la inmensidad del cielo. Es hermoso, aunque aun no he visto suficiente.

Pienso en toda mi vida, desde el momento menos memorable hasta este día. No hay razón para quedarse o eso creía.

Todavía soy el de los sueños rotos, las emociones perdidas, las batallas sin final, con la mente hecha un volcán en erupción constante.

En un atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora