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Fluyo por dentro como un torrente, todo se reduce en el deseo de sobrevivir. Un simple instinto de quedarse, de permanecer, como comparecer a la eternidad, que la memoria y la existencia persista hasta la infinitud del universo o de Dios.

Le doy la súplica de mi corazón. Quiero quedarme.

Y sé que los corazones quebrantados no se restauran solos, ni al día siguiente, pero es posible que se sanen como es posible que se rompan.

Y la vida es ese gusto de mil sabores, la luz a través de un prisma, el frío, el calor, el dolor y el amor. ¿Cómo lo sé? Todo esa mezcla inexacta, todo se siente en la agonía.

En un atardecerWhere stories live. Discover now