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Me arrodillé en el piso con un cristal en la mano, suspiré muy hondo y me senté entrelazando las piernas. Contúve la respiración y cerré los ojos un momento.
Apenas anochecía y rayos de luz se colaban por la ventana, reluciendo en los vidrios tirados en el piso. Abrí los ojos y miré hacia la ventana y luego al cristal que sostenía para cortarme en la muñeca, una nota apenas unida de una esquina que luego cayó sobre mi regazo. Si acaso hay un propósito.
Si acaso hay un propósito es probable que sea el de morir ahora. Permanecí en la idea pero ahora se había entrometido una nueva que luchaba por ganar "Si acaso hay un propósito".
Tomé la nota y la comprimí en mi mano, me levanté y me dirigí hacia la ventana, corrí las cortinas lentamente y recosté la frente contra el marco de la ventana.
Con el rostro iluminado por el sol y una lágrima que rodaba en el borde de mi nariz, abrí la mano dónde estaba la nota que aún mantenía presionada; poco a poco se fue desenvolviendo en mi palma. Propósito, logré leer en medio del papel arrugado.

En un atardecerWhere stories live. Discover now