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¿Un propósito?.
Eso dijo el anciano.
¿Acaso un destino?.
¿Para qué estoy aquí?.
Me levanté de un salto de la cama, era de madrugada.
Vi un viejo libro tirado debajo del armario, con la poca luz que había me acerqué despacio, lo sostuve en mis manos.
“Si hubiera algún designio, quisiera conocerlo”
Entre dientes empecé a susurrar una recitación.
“Que se vaya el miedo y el dolor, que se vayan no los quiero, que se alejen los acosadores de mi mente y ya no sienta el peso de la muerte”.
Me quedé dormido hasta que estuvo muy claro y en ese transcurso apagado, soñé...—Corría por un bosque seco, árboles sin hojas, de repente el viento me levantó y volaba por encima de todo, ahí en el espacio vi el atardecer más detalladamente, quería quedarme por siempre, pero al acercarme desperté.

Tenía aquel libro abrazado a mí, lo abrí.
El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!
Salmo 138:8
Era como una gota de agua que caía en polvo muy árido.
—No abandones la obra de tus manos...
Repetí hasta que se hizo completamente de día.

En un atardecerTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang