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Latido a latido, vuelvo a respirar. Reconozco el olor, es el olor de la vida.

Estoy vivo y eso cuenta. Una súplica escuchada después de cientas ignoradas.

Aun cargo el mismo dolor que me acompaña, pero también está mamá y otras tantas razones para seguir con vida.

Guardo el miedo de que me azote el desconsuelo de repente, pensar que pueda venir con todas sus armas, contra las buenas emociones, contra las risas, contra mí mismo.

No tengo fuerzas para moverme, ni para hablar ni para luchar más. La vida sólo me sostiene, un alma entera en el cuerpo, un rayo de luz que se cola por la ventana.

Puede ser el amanecer, puede ser un hospital, puede ser la mano de Emilia la que sostiene la mía. Podría ser máquinas conectadas a mi cuerpo, podría ser el valor para seguir vivo, podría ser Dios.

Estoy seguro de tres cosas: es de día, no estoy solo y estoy vivo.

En un atardecerWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu