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Hice un nudo a la soga, el que pondría en mi cuello, la amarré en una rama y lentamente la cruce bajo mi barbilla, estaba listo para saltar.
Me sostuve del tronco mirando hacia abajo, me pregunté ¿qué se sentiría?, ¿como sería?... Miraba hacia la arboleda, las hojas que ondeaban con el viento, no era el mejor paisaje. Volví entonces hacia el otro lado, dónde el sol duerme todas las noches.
Ahí estaba aquel magnífico atardecer, nubes de colores y con formas artísticas.
Quedé una vez más atrapado en la belleza.
¿Y si además del atardecer hubiese muchas cosas más que aun no había descubierto?
No pude evitar enamorarme de esa otra tarde, como si fueran manifestaciones distintas de un ser inefable, como si cada día vistiera sus mejores trajes solo para mí.

En un atardecerWhere stories live. Discover now