Capitulo 34. Después de interminables meses...

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El cuerpo de Max se sacude con fuerza. Una convulsión está haciendo estragos en su cuerpo y empujándolo aún más a un abismo del cual ya no podría salir...

Aunque sus ojos no se abren, incluso hasta el más optimista, sabe que la persona en esa camilla está sufriendo infinitamente.

Cuando las alarmas en la habitación de Max, suenan, el doctor y las enfermeras se apresuran a llegar. Les es difícil controlar el episodio convulsivo, su cuerpo se sacude con furia y se corre el riesgo de llegar a lastimar al bebé.

Las enfermeras se apresuran a sostener un poco su abdomen para evitar que se golpee, no pueden hacer mucho más, durante los episodios convulsivos el cuerpo del paciente no se debe intentar detener, pues solo podría ser letal para el paciente. Hasta que la convulsión se detenga pueden ayudar.

Tras unos segundos de batallar, los movimientos bruscos se detienen y la habitación se hunde en un silencio sepulcral, hay una extraña sensación de intranquilidad en el ambiente. Como si supieran por instinto que algo muy malo sucederá.

Es como... La calma antes de la tormenta.

—¿Por qué ha tenido una convulsión? —Pregunta una de las enfermeras muy alarmada —Jamás tuvo una convulsión durante el coma.

El doctor Leandro se muestra perplejo. Y luego de procesar la información, reacciona.

—Su cuerpo —Exclama —Su cuerpo nos está dando señales de movimiento. Quiere despertar del coma...

Las enfermeras se acercan a Max y acomodan las agujas intravenosas que se han movido durante la convulsión. Y aumentan un poco el nivel de oxígeno para intentar acelerar un poco el corazón esperando un mejor estímulo.

Podría despertarlo del coma.

—Vamos Alex... —Murmura el doctor —Reacciona, pelea por tu vida, pelea por tu bebé —Acomodan el cuerpo de Max sobre su hombro izquierdo y Sin nada más que hacer, que esperar, alejan sus manos del pálido cuerpo de Alex y observan expectantes e impacientes ante la duda.

Pero simplemente parece que ya no quiere reaccionar.

—Vamos chico... —Suplica el médico —Fletcher espera por ti...

El doctor aprieta los puños hasta que sus manos se vuelven blancas y contiene la preocupación en la garganta en forma de nudo. Un nudo que le prohíbe siquiera tragar saliva. Alex simplemente ya no quiso reaccionar.

—No te des por vencido...

Y un violento movimiento los altera.

Las máquinas a las cuales está conectado se vuelven locas y emiten pitidos alarmantes, suena una alarma en el pasillo y el doctor se paraliza durante unos segundos.

Alex está teniendo un paro cardíaco.

—Traigan el desfibrilador — Se le corta el nudo de la garganta y las manos inevitablemente le comienzan a temblar.

Si fuese un paciente normal esto sería como una práctica rutinaria como en la universidad. Pero... La persona que está vez sufre el paro cardíaco es la persona que más ama el alfa de una poderosa manada. El simple hecho de pensar que podría perder una vida tan importante, inevitablemente le hace sentirse aterrado.

Pero incluso bajo la terrible presión mental, decide que no es momento de estupideces, se pone manos a la obra y comienza a instruir a las enfermeras.

—Necesito que traigan una camilla rígida —Pide y una enfermera sale de la habitación para buscar lo que pidió —Mascara de oxígeno al 100%.

—Si doctor —Otra mujer se da la vuelta y agarra la máscara de oxígeno y se la coloca a Max para comenzar a pasarle oxígeno.

—El desfibrilador —Una de las encargadas de cardiología llega con el desfibrilador y espera órdenes del doctor para iniciar reanimación.

¡No Me Lastimes!Where stories live. Discover now