Capitulo 52. El punto ciego siempre está a la vista

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Un jadeo constante, casi una respiración errática y de vez en cuando, un gimoteo salen de la boca del joven alfa.

—Duele... Duele —Susurra con el cuerpo entumecido por el constante movimiento del hombre que lo sostiene.

—Tranquilo. Todo estará bien, sostente, fuerte —Le murmura Andrey sobre el oído y lo sostiene firmemente mientras sigue caminando, tratando de llegar hasta la orilla de la carretera. Son casi treinta metros en los que lo tiene que llevar cargado, evitando a toda costa hacer movimientos bruscos que puedan lastimar aún más a Scott.

Como si de instinto de supervivencia se tratara, Scott envuelve los brazos alrededor del cuello de Andréy y suelta quejidos de dolor cerca de su oído cada vez que siente un movimiento brusco agitar su cuerpo.

Siente un terrible calambre recorrerle la cintura que incluso teme haber quedado paralítico. Sus piernas pesan y su espalda baja agoniza cada vez que respira.

Está asustado, sus pensamientos se vuelven caóticos, todo da vueltas y su visión es un poco borrosa, incluso a tal punto de tener inmensas ganas vomitar.

Pero incluso con el temor de quedar inválido y su cuerpo haciéndolo sufrir malestares, su mente rápidamente se centró en lo más importante.

—Mi madre... ¿Dónde está mi madre? —Su voz parecía querer romperse con cada palabra que salía de su boca mientras sentía el sabor a sangre y metal diluyéndose en su saliva. —¿Ella está bien?.

Temió que la respuesta a su pregunta fuera un rotundo; "No sobrevivió".

¿Cómo se supone que puede vivir sin el único afecto verdadero que conoce? ¿Cómo podría seguir avanzando con un dolor tan profundo en su pecho? Tan desgarrador, tan pesado...

—¿Ella está bien? ¡Por favor dime!.

El alfa que lo sostiene en brazos no sabe que decir, si bien, está viva, no sabe cómo decirle que se la llevaron inconsciente y ensangrentada, teme que la reacción del joven alfa sea drástica y pueda lesionarse o hiperventilar. Debe primero llevarlo a un hospital y luego darle las noticias, o en su caso, esperar a que Fletcher se lo diga.

—...

Así que ninguna palabra salió de su boca.

Pero parece que Scott no está dispuesto a no recibir respuesta alguna. Sus nervios, siente que tendrá un ataque de nervios con cada segundo que pasa sin saber sobre su madre.

—¡Dime! —Exclamo molesto y procedió a hacer una extraña rabieta. Pedía y exigía de manera temblorosa una respuesta pronta —¡Dime, dime, dime, maldita sea!—Insistiendo de manera testaruda, no le quedó de otra, soltó un suspiro pesado, se dio por vencido y dijo:

—Tus padres están bien, ya fueron llevados a un hospital. Solo faltas tú —Las palabras de Andrey fueron concretas y resumidas, pero suficientes como para calmar el agitado corazón del joven alfa.

—Gracias al cielo... —Murmuro para sí mismo, ya mucho más calmado.

Pero no pasó mucho tiempo para que hubiese un nuevo inconveniente.

—¡...! —Un escalofrío le recorrió el cuerpo al joven Raxton y lo hizo separar su vista del hombro del soldado, cuando la levanto, extrañamente se sintió juzgado...

Los ojos de los hombres mirándolo desde la oscuridad de la noche le hace sentir vulnerable.

Tienen una mirada asesina, sus ojos brillan y lo observan con dureza. Son los ojos de cazadores y asesinos, ojos filosos y llenos de un deseo de sangre inconmensurable.

Se asusta e inevitablemente desvía su mirada, teme hacer enfadar a alguno de esos hombres que no dudarían en descuartizarlo. Esos hombres de ojos rojos que han visto la muerte en carne y hueso son la reencarnación de la muerte misma.
Esos hombres que no temen morir si se los ordenan, esos hombres que preferirían morderse la lengua y ahogarse en su propia sangre antes que hablar... Si, Scott no está dispuesto a hacerlos molestar.

¡No Me Lastimes!Where stories live. Discover now