Mary Way Village

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Del aeropuerto de la ciudad más cercana hasta Mary Way Village se tardaba una hora en coche. Regina y Daniel llegaron a la pequeña localidad ya bien entrada la noche con muchas maletas y cansancio de sobra. Un llamativo cartel a la entrada de la ciudad decía "Bienvenido a Mary Way Village". Aquello llamó la atención, pero no tanto como el olor a mar que invadió sus fosas nasales cuando comenzaron a pasar por las primeras casas y tiendas de la ciudad.

Era bastante pequeña, más de lo que Regina y Daniel pensaban, pero nada diferente que los sorprendiera. Tiendas, edificios viejos que parecían excesivos, muchas calles que se cruzaban y casas grandes, pero estas estaban alejadas, al fondo del paisaje, como inalcanzables en un barrio superior del mapa de la ciudad. Regina había visto una foto del sitio en la inmobiliaria. Foto que estaba mejorada con algún tratamiento de imagen, pues Mary Way Village no presentaba el aspecto positivo que tenía en la fotografía. Todo parecía abandonado, desértico, ni siquiera había un coche estacionado en la calle. Si Daniel buscaba tranquilidad para vivir sus últimos días, había encontrado el lugar acertado por lo que se veía.

‒ Llegamos, señor‒ dijo el taxista

Daniel se sintió atraído por el paisaje cuando pasaron por el puerto. Vio algunos barcos atracados, diseminados por el puerto. El hombre que los llevaba preguntó dónde los dejaba, fue precisamente cuando pasaron por un cartel: HOTEL HOOPER- A 500 METROS

‒ Déjenos en el hotel cercano ‒ respondió Daniel

El hotel se encontraba en la esquina más ajetreada de la ciudad, exactamente a quinientos metros de la costa, cerca del resto de comercios. Vieron muchas tiendas y enseguida se vio claro cuál era el edificio del hotel, con un enorme letrero en su fachada que decía "Hay plazas". Quizás el edificio más bonito que había en aquella ciudad, o el más nuevo a causa de la pintura que parecía reciente.

Cuando el coche estacionó, el taxista bajó las maletas. Regina ayudó al marido a salir en primer lugar, y enseguida vio un hombre delgado, bien vestido, con gafas, saliendo del hotel, asintiendo hacia ella como si pidiera permiso para coger las maletas. Daniel pagó el viaje, dándole una generosa propina al taxista mientras Regina estaba tan distraída que se asustó cuando el hombre del hotel les dio la bienvenida.

‒ Sean bienvenidos al Hotel Hopper, el mejor hospedaje de Mary Way Village. Entremos, siéntense como en casa.

Él se adelantó, cargando las maletas con algo de dificultad, pero parecía que aquel lugar no tenía un huésped desde hacía tanto tiempo que la euforia del hombre hizo que Regina sintiera pena. Ella se preguntó si lo que él dijo tenía sentido, quizás sí pues era el único hotel que había visto por el camino.

Dejó las maletas al lado de la escalera, lo primero que vieron cuando entraron en el edificio. Tenía apariencia de edificio antiguo como cualquier otro, pero por lo menos parecía bien cuidado tal y como debía ser un hotel.

‒ Soy Archie Hopper. ¿En qué puedo ayudarlos?‒ dijo el hombre, rodeando el mostrador.

Regina y el marido se miraron, y finalmente ella dijo

‒ Queremos una habitación, por dos noches

El recepcionista sonrió y escogió una llave aleatoria en un expositor al lado del mostrador.

‒ Habitación número cinco‒ se giró hacia los dos ‒ ¿Puedo saber sus nombres?

‒ Somos Daniel y Regina Colter, venimos de Nueva York‒ respondió Daniel apoyado en el brazo de su esposa ‒ Nos estamos mudando. ¿Conoce usted un sitio llamado Barbara Bay Street?

‒ Enseguida me di cuenta de que eran de fuera. Oh, sí. Esa es una calle de BlueHill, el barrio de las mayores casas de la ciudad. ¿Van a vivir allí?‒ Archie anotó sus nombres en un papel.

Íntimamente EmmaWhere stories live. Discover now