Dejando el infierno

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El lugar era inmundo. el olor era insoportable. La niebla cubría casi todo. Regina escuchaba los gritos y gemidos, que cortaban el silencio en ecos profundos e infinitos. Un hombre intentó levantarse coma pero, débil y agonizante, se cayó de nuevo. Con voz ronca y débil, intentó gritar

‒ ¡No me dejes, Regina! Ayúdame, por favor...

Era Daniel, desapareciendo entre la tierra y un lago de barro que lo tragaba. Apenas era un andrajo encogido, el cuerpo esquelético, cadavérico, hasta que desapareció.

La niebla se hacía cada segundo más densa y gris. Era cada vez más difícil caminar y respirar

‒ ¿Qué está pasando?

Ella fruncía el ceño, buscando una salida de aquel lugar. Miró hacia atrás y vio los restos del marido flotando en un agua fétida. Durante un momento sintió alivio, pero al instante pena por ser él.

Hacía frío y su abrigo se había roto en pedazos en la arena movediza. Caminó asustada, sin entender nada de aquella pesadilla. El sitio era un fragmento del infierno, casi idéntico a las descripciones de un libro que había leído años atrás. Pero ella no se detuvo. Anduvo sobre calaveras, pedazos de gente y huesos, vio cuerpos dilacerados, otros pudriéndose. El terror se apoderó de su mente, y Regina cerró los ojos con fuerza, sacudiendo la cabeza, suplicando salir de aquella espantosa pesadilla.

‒ Sácame de aquí... ‒ Su voz resonó a través de la niebla, y todo se transformó.

Al abrir los ojos, estaba de regreso a la vida, a Mary Way Village, en el suelo del mirador.

El aire volvió a ser respirable, la vista se aclaró con el brillo del sol y el frío se disipó. Regina respiró profundamente y exhaló un gran suspiro. Miró a su alrededor, reconoció aquel paisaje. Pudo sentir la textura de las piedras de la pared del mirador, había regresado del infierno. El viento golpeó su rostro y sus cabellos, notó la sensación de paz.

‒ ¿Te sientes mejor?

Ella sabía de quién era aquella voz.

‒ ¿Tú? ¿ Fuiste tú quien me sacó de aquel horrible lugar?‒ Regina se giró deprisa

‒ Sí

Emma subió los pequeños escalones del lugar, acercándose a la mujer. Iba toda de blanco, extendió su mano y tocó el rostro de la morena.

‒ ¿Por qué desapareciste? ¿Qué sucedió, Emma? ‒ La mujer no conseguía contener más las tímidas lágrimas.

‒ Fue un error mío. Perdóname, por favor, jamás quise apartarme. Sin embargo, de cualquier manera fue necesario.

La voz de Emma era suave como un pétalo de rosa. Regina sentía como si un instrumento musical interpretara cada cosa que ella decía.

‒ ¿Y por qué estaba en el infierno?

‒ Antes de la paz, todos nosotros debemos saber cómo es el infierno, muchas veces. En realidad, Regina, mi amor, aún vivirás en el infierno mientras lo permitas.

Regina se estremeció, sintiendo la calidez de la mano de Emma envolver su piel con una energía maravillosa.

‒ ¿Dónde estamos? Aquello ahí abajo se parece a Mary Way Village, pero al mismo tiempo no lo es.

Emma se echó a reír.

‒ Es tu paraíso. Un lugar que tú has elegido en tu mente, dónde te sientes bien y cómoda para encontrar las respuestas.

Íntimamente EmmaWhere stories live. Discover now