La teoría de Belle

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Ingrid se escondió en un espacio entre los baños y el despacho de Anita Lucas, un pasillo que llevaba hasta una pequeña salida en la parte de atrás del restaurante y en el que Ingrid ya había estado en algún momento acompañada. Anita la encontró paralizada junto a la pared, jadeante y asustada. La mujer intentaba darle sentido a la locura ocurrida poco antes frente a sus clientes. Su primer pensamiento fue algo difuso, una vaga idea, de que Ingrid podría estar huyendo. ¿En qué estúpida situación se había metido? No iba a dejar que la rubia se marchara sin entender bien lo que había sucedido.

‒ Ingrid‒ dijo Anita acercándose ‒ ¿Estás bien?‒ la agarró de la muñeca y la arrastró hasta su despacho, y se encerró con ella allí dentro

‒ Ahora sí‒ Ingrid recuperó el aire y se recompuso. Anita se quedó de pie frente a ella, esperando una explicación, siempre con cierta exageración en el cuidado cuando estaban juntas ‒ Siento mucho haber aparecido de esta forma, venía a hablar contigo.

‒ ¿Qué fue lo de allí fuera?

Ingrid sacudió la cabeza, se arregló el peinado colocándose los cabellos hacía atrás de las orejas y movió los brazos al hablar

‒ Solo fue un susto. Me encontré con una persona con la que no debía.

‒ ¿Y huiste de ella? Era Emma, Ingrid, vi cuando chocó con Ruby y tú echaste a correr hacia aquí

Swan empinó la nariz y se inventó una explicación más plausible.

‒ Tengo un problemilla con ella, discutimos y ya sabes cómo es eso, madre e hija que tienen opiniones diferentes‒ mintió

Anita frunció el ceño, desconfiando de la amiga.

‒ Ingrid, si no quieres explicarme lo que está pasando entre Emma y tú, lo entiendo, solo tienes que decirme que no quieres hablar del tema‒ Anita tocó su hombro, observó el traje de flores, el cuerpo. Era complicado mantener la compostura en presencia de la rubia por más que haya comprendido que jamás tendría nada más allá de aquel beso del pasado.

‒ Está bien‒ dijo Ingrid, seria. Se apartó de la amiga y se sentó en una silla ‒ Es una larga historia, ni Emma lo va a entender ‒ divagó

‒ ¿Cómo?‒ Anita cuestionó alerta

‒ Olvida. Perdóname por el susto a tus clientes, sé que no quieres mala fama en tu restaurante. Venía para acá para conversar.

‒ ¿Y en qué puedo ser útil?‒ Anita rodeó la mesa de centro, apartó algunos papeles de encima y apoyó los pies para descansar.

‒ Estoy buscando un sitio para vivir, una casa, un pequeño apartamento, alguna estancia que no tenga un alquiler caro. Mi hermano me echó de su casa. Archie, al que conoces seguro, el dueño del hotel, me está ayudando. He conseguido reunir algo de dinero para pagar tres meses de alquiler si alguna alma caritativa quiere ofrecerme un sitio para quedarme‒ Ingrid habló gesticulando mucho. Si la sra. Lucas no la conociera bien, aceptaría hospedarla en su casa, pero lo encontraba absurdo.

‒ Pensé que estabas viviendo donde siempre, Ingrid

‒ ¿Mi casa en Blue Hill? Es lo que te he dicho, Emma y yo tenemos un problema. No sé si seré bienvenida.

‒ Ah...‒ Anita pareció entender, y se quedó mirando a la amiga con la boca abierta ‒ Vale

‒ Quizás conozcas a alguien

‒ Si, conozco. Una prima mía alquila cuartos en una pensión cerca de la biblioteca. Y seguramente son más baratos que los del hotel‒ pasó por la mente de Anita que Ingrid pagaba favores para conseguir hospedaje en el hotel de Archie, favores bien peculiares o el hombre era muy imbécil para dejarla quedarse gratis ‒ ¿Me prometes que no te ofenderás si te pregunto una cosa?

Íntimamente EmmaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora