El nombre de Colibrí

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Haber ido a enfrentarse con Ingrid no le ha hecho bien a Emma. En los días posteriores a la conversación que habían tenido, la joven continuaba esperando comprender las razones por las cuales la madre había regresado a Mary Way Village, y que no fueran ella. Por un lado, ella quería creer en todo lo que Ingrid le había dicho, pero por otro, su razón no le permitía ser tan ingenua. Sentía que nada, a no ser cavar más hondo en su vida, aliviaría su curiosidad, y que, cuando antes lo hiciera, más rápido aquel tormento acabaría.

‒ Bien, no digo que no sepa qué hacer, sino que no tengo alternativa, ¿entiendes?‒ le preguntó a Regina, sentada en el borde de la cama mientras la mujer observaba la mansión desde la ventana entreabierta del balcón.

‒ ¿Acaso tienes miedo de preguntarle a la gente sobre el pasado de tu madre?‒ Regina cruzó los brazos, continuaba con la mirada puesta en la casa del final de la calle.

‒ En absoluto. Y no dudo de nada de lo que me cuenten de ella, solo que no sé por dónde comenzar a preguntar.

‒ ¿Ya has pensado en ir a hablar con aquella gente que nunca antes pensó en hablar sobre tu madre?‒ Regina finalmente se giró para mirar a Emma.

‒ No‒ admitió Emma

‒ La gente de las fotos. ¿A quién reconoces de la gente que está en el álbum de la familia?

‒ De todos los que vi, solo reconozco a una persona, a la sra. Lucas, a la madre de Ruby. Fueron amigas durante el colegio, pero después nunca más volvieron a tener contacto más íntimo. ¿Qué le debo preguntar a la sra. Lucas?

‒ Pregúntale si sabe algo‒ Regina recordó el día en que Emma fue despedida del restaurante de Anita. Esa aparición de la muchacha le había costado pensamientos muy cuestionables. Sonrió ante ese recuerdo y se acercó a ella, mientras se abría la bata para acostarse ‒ Sería irónico si esa mujer sabe algo sobre tu madre. Creo que gracias a ella acabé conociéndote, porque si no te hubiera expulsado del restaurante, quizás no habrías ido al hotel a pedir empleo y yo jamás habría visto tu rostro.

‒ Fue donde todo comenzó para ti‒ Emma reflexionó ‒ Debía haber mirado hacia un lado antes de salir corriendo aquel día

Regina se sentó al lado de la muchacha y con delicadeza besó su boca

‒ Todo saldrá bien, Emma‒ dijo, pegada a sus labios

‒ Mi madre sabe lo nuestro‒ murmuró Emma, temerosa de la reacción de la mujer

‒ ¿Qué dijo?‒ Regina dejó espacio para escuchar la respuesta

‒ No sé cómo o quién se lo ha dicho. Ingrid no confía en ti‒ intercambiaron una mirada

Regina sacudió la cabeza.

‒ Es obvio que no confíe en mí, una mujer más vieja que su hija y que, de repente, está viviendo en la casa que un día fue de ella.

‒ Escucha, mi amor, si ella viene a buscarte, no la escuches, por favor

‒ Si eso sucede, sé exactamente lo que le voy a decirle a esa mujer ‒ replicó Regina con prisa para dar por zanjado aquel desagradable asunto.

Emma estaba más sensible de lo normal desde el encuentro con Ingrid. Quería evitar el asunto para no acabar llorando y preocupar a Regina. Era una muchacha fuerte y decidida, sin embargo muy sensible cuando alguna herida del pasado mal cicatrizada era de nuevo tocada.

Intentó aguantar el llanto hasta donde pudo, desconcertada por no conseguir ser optimista en esos momentos.

‒ Siento tanto haberte metido en esta historia‒ escondió el rostro, inclinando la cabeza hacia un lado, apoyada en las manos.

Íntimamente EmmaWhere stories live. Discover now