Entrando en una pesadilla

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Emma, días más tarde, era un fantasma. Todo estaba frío y lento, como en los viejos tiempos. Cinco días después había visto una tarjeta en la floristería de su tío, anunciando la gran exposición del artista Daniel Colter en el espacio cultural de la ciudad. Sentía las náuseas subirle a la boca solo de cerrar los ojos y pensar en Regina besándolo, y para empeorar, su rabia se convertía en lloro compulsivo cada vez que se acostaba en la cama y echaba de menos sus brazos rodeándola, protegiéndola de cualquier mal del mundo.

La desesperación estaba en su límite cuando decidió salir de casa tras recibir cartas, pues había dejado de atender al teléfono. Sabía que era Regina la que llamaba, y ni aunque lo dijera una ley, iba a cogerle el teléfono. No quería verla, no quería mirarla a la cara y escuchar su voz grave intentando seducirla de nuevo. En una de las cartas que Belle le había llevado un día, Regina le pedía perdón por cualquier cosa que hubiera hecho, pero que le gustaría saber, exactamente, qué había sucedido para ser ignorada de aquella manera.

Emma rompió la carta en mil pedazos, y no envió respuesta a través de Belle. Hasta que un día la empleada de los Colter tocó al timbre de la casa y nadie atendió.

Regina fue hasta la casa del final de la calle al día siguiente, cuando Daniel había salido con Graham a la consulta médica, y comenzó a sentir miedo. Llamó a la puerta, intentó romperla con el pie, con las manos, pero no tenía fuerza. Rodeó la casa y nada, ni una señal de la joven. Entonces, fue al hotel Hopper y allí se enteró de que Emma había pedido dos semanas de vacaciones, pero hasta ese momento Regina iba a perder la cabeza de preocupación. La buscó en la floristería también, y Zelena le dijo que había salido de viaje para ir a ver a su madre. Regina encontró esto la cosa más absurda del mundo. La mujer tuvo que creer, aunque quisiera haber conversado con David sobre la muchacha, pero este también estaba fuera de la ciudad con la esposa, participando en una convención para floristas en otro estado. Lo que la sra. Colter Mills no sabía era que una de las informaciones de Zelena era mentira. Los dueños de la floristería sí estaban fuera de la ciudad, pero Emma no.

La muchacha se había escondido en el desván encima de la tienda, lejos de casa, aprovechando la ausencia de los tíos.

Vió cuando Regina estuvo en la tienda. Creyó haber escuchado su voz y se quedó quieta, intentando escuchar desde el descansillo lo que la empleada de la tienda le decía a la mujer. Emma se escondía tras la ventana cuando ella se marchó, vio el coche oscuro alejándose. Pero no fue la última vez que vio a Regina por los alrededores.

Como si no hubiera creído en la historia que Emma le había contado, Regina se paseaba en su coche, todos los días, por la costa, esperando una aparición repentina, una sorpresa en la playa, pero nada de la muchacha ni de sus cabellos ondulados girando su rostro hacia el coche.

Sin energía...Perturbada...Vacía...Traicionada, Emma moría de pasión, preguntándose si su orgullo adolescente, en algún momento, desaparecería y la dejaría volver a correr y tirarse frente al coche de Regina. Pero no. Si Emma cerraba los ojos, era el beso de una pareja aparentemente enamorada lo que veía y volví a odiarla de nuevo.

Conforme pasaba el tiempo, Regina se desesperaba sin entender lo que le había pasado repentinamente a Emma. Ya había estado en los sitios que otrora fueron puntos de encuentro de las dos. El mirador, el bistró en el callejón del centro de la ciudad. Ni una señal, perfume o vestigio de la joven. No era como la primera vez en que ella había desaparecido, parecía todo muy equivocado y sin fundamento.

Cierta noche, Regina escribió una última carta. Lo hizo a mano para que Emma supiera que era ella hablándole, suplicándole que volviera, que diera noticias, atendiera el teléfono o algo. Estaba en su despacho, garabateando la última hoja de un bloc de anotaciones, ligeramente afectada por la ansiedad. Los ojos recorrían sus propias palabras, llenas de borrones de tinta, con prisa por acabar pronto con el martirio.

Íntimamente EmmaDär berättelser lever. Upptäck nu