Una voz familiar

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Regina decidió seguir el consejo de su abogado de Nueva York y buscó ayuda de un profesional de Mary Way Village para que la auxiliara en el proceso de divorcio. Belle le habló de una abogada con experiencia, que incluso daba clases en la Universidad de East Bay -la ciudad vecina- y que había abierto recientemente un bufete en el centro de la ciudad. No se acordaba de su nombre, pero tenía su teléfono anotado en la agenda.

El escritorio de la Sra. De Vil estaba situado en uno de los comunes edificios de la calle principal, y curiosamente por dentro no tenía nada que ver con la fachada. En aquel recinto había un confort fuera de lo normal, aunque no siempre los asuntos tratados con la abogada fueran cómodos. Regina esperó un poco en la sala de espera, había llegado puntual a las diez tras conseguir una cita con De Vil aquella misma mañana temprano. En el momento en que se vieron y se estrecharon la mano se notó la sintonía. Regina era solo un caso más de divorcio de los que De Vil se había ocupado en su carrera, sabía perfectamente cómo cuidar a los clientes, en especial qué decir para convencerlos de que no desistan de su idea si el divorcio era el último recurso.

‒ En primer lugar, siento mucho que esté aquí para tratar un asunto tan feo, sra. Mills‒ dijo la abogada sentada en un sillón y pasándose de una mano a otra una pluma estilográfica ‒ A propósito, ¿decidió usted usar el apellido de su cónyuge?

‒ Sí, uso en realidad el apellido de mi marido para fines profesionales. La letra C que aparece junto a mi apellido en los libros es Colter, su apellido ‒ Regina respondió a la pregunta, dejando sobre la mesa de la abogada una taza de café recién hecho que había aceptado antes de empezar a conversar.

La abogada hizo una anotación en un papel sobre la mesa, volvió a mirar a Regina.

‒ Bien. Por lo que me ha contado, no tienen hijos, ¿correcto?

‒ Uhum‒ Regina asintió ‒ No tenemos hijos. En realidad, en un momento dado pensamos en tener uno, adoptar debido a mi problema de infertilidad, pero después esa idea pasó. No puedo quedarme embarazada, ningún tratamiento salía adelante.

‒ Comprendo‒ De Vil se quedó pensando ‒ ¿Optaron por no firmar división de bienes cuando se casaron?

‒ Sí, estamos casados sin separación de bienes‒ ella asintió de nuevo a la abogada de cabellos rubios y ojos claros. Se preguntó si no sería una Swan, aunque el apellido no confirmara eso ‒ Supongo que tengo derecho a recibir una pensión.

‒ Para eso debo confirmar algunas informaciones, sra. Mills. ¿Acaso me sabría informar de la facturación anual de su marido? Podríamos redactar un acuerdo y conversar con él sobre eso.

‒ Quiero rechazar cualquier cuantía a la que pueda tener derecho. No pretendo sacarle ningún dinero a Daniel.

De Vil la miró sorprendida.

‒ Pero en el momento actual cualquier cuantía sería importante para que usted esté cómoda.

‒ Puedo trabajar, tengo proyectos, un libro a punto de terminar y que será publicado, y además tengo algunos ahorros para unos meses de tranquilidad‒ dijo Regina tranquilamente.

De Vil pensó que sería mejor que Regina no se precipitara, tenía noción de cuán orgullosas podían ser algunas mujeres, y si ese era el caso de la escritora, en breve cambiaría de idea si su futuro ex marido le ofrecía una cuantiosa cantidad a fin de cuentas.

‒ Hagamos lo siguiente, mientras me ocupo de la documentación para el divorcio, podemos pensar si realmente no es necesario pedir una pensión. En caso de que no cambie de idea, podrá presentarle a él el documento, y solo bastará su firma para entrar con la petición de separación.

Íntimamente EmmaWhere stories live. Discover now