Otra víctima

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Ingrid insistía en decirse mentalmente la misma palabra, como si fuera la alarma de un despertador programado para saltar en el momento exacto. Inocente. No había sido ella la que lo había matado. En el momento en que la juez planteara la pregunta, ella diría: Inocente. ¿Pero de verdad sería tan inocente o seguía en vigor el beneficio de la propia duda? Pensaba mientras una turbia nube se extendía con flashes de lo sucedido la fatídica noche en que había muerto Daniel, junto con el sonido de la voz ahogada de la juez que daba comienzo a su juicio.

‒ ¿Cómo se declara la acusada?

‒ Inocente, señoría‒ respondió la propia Ingrid con más fuerza de lo que se creía capaz.

Isaac la miró de reojo y tuvo la impresión de que se habían dado las manos por debajo de la mesa en un intento de consuelo. La juez comenzó su alegato por tercera vez, presentando al jurado las razones por las que Ingrid Swan estaba acusada de homicidio, pero era poco probable que aquel tribunal estuviera atento a la voz impoluta de la jueza Úrsula, no sé sabe el apellido, cuando Ingrid y cualquier cosa que hiciera se volvía centro de las atenciones.

‒ ...Por tanto, este tribunal cede la palabra al fiscal‒ anunció la juez

En medio minuto, Walsh se levantó, le dio las gracias a la juez y dirigió su atención a los miembros del jurado. Tenía la intención de salir victorioso de aquel tribunal, por más extraña que fuera su sensación desde aquella mañana cuando conversó brevemente con Isaac en los pasillos del edificio. Por lo que parecía, la defensa tenía una buena estrategia para coger desprevenido al jurado y hasta a la audiencia, y el fiscal tenía la ligera impresión de que se trataba de un testigo clave. ¿Qué podría hacer él para reafirmar todas las pruebas y testimonios si no tenía una prueba exacta ni la certeza de Emma de lo que había sucedido? En algunos casos, lo que parecía muy obvio no era así. Lo sabía como nadie y quizás aquel extraño caso en el pueblo de Way Village fuera el mayor desafío de su carrera.

‒ Es un hecho que Daniel, el señor Daniel William Colter, fue cruelmente asesinado. La investigación criminal, entonces, se encuentra con el siguiente cuestionamiento: tratándose de un homicidio, ¿quién, entonces, señores del jurado, tenía interés en acabar con la vida de Daniel Colter? Es lo que en este momento todos nosotros, incluido ustedes, tenemos que comprender. De entre las personalidades poco conocidas del círculo social del pintor, ¿quién sería tan cercano al pintor hasta el punto de entrar en su mansión de la calle Santa Bárbara Bay con la intención de asesinarlo? ¿Quién tendría un motivo concreto para acabar con la vida de un hombre condenado a muerte debido a su condiciones de salud? ¿Quién tendría una relación particular con la víctima para tratarlo de forma tan cruel? ¿Algún enemigo? No, nadie. Daniel nunca tuvo enemigos. ¿Desavenencias? Todo indica que ni siquiera con su ex esposa, la señora Regina Mills, con quien, por ventura, había firmado un acuerdo de divorcio pocos días antes de la muerte. Pues entonces, ¿qué queda de la hipótesis? ¿Alguna relación conflictiva? Sí, eso sí. ¿Con quién? se preguntarán. Todas las pruebas encontradas en la escena del crimen apuntan a una única persona, la señora Ingrid Elisabeth Swan - él detuvo estratégicamente la mirada en el jurado- La acusada Ingrid Swan asesinó a Daniel Colter y tenía motivos para ello. Se sentía rechazada, humillada en la perturbadora relación que había entre los dos que, por si ustedes no lo saben, tuvieron un pasado y un presente.

Regina tragó en seco, se sentía incómoda y afligida sentada entre el público. Si fuera a testificar, quizás estaría más nerviosa que Emma, no lo iba a negar. En la gente que asistía las sensaciones no eran las mejores, especialmente en el momento en que el fiscal Walsh comenzó a consultar las pruebas: algunas fotos eran terribles, horrorosas para gente más sensible. Ruby Lucas, en mitad de la audiencia y dos sillas alejada de la madre y de la srta. De Vil, sintió unas náuseas tremendas cuando vio la sangre derramada en el suelo al lado del cuerpo de Daniel en una de las imágenes mostradas. Archie balanceaba la cabeza constantemente, como si no creyese en el juego de palabras de la acusación. Mary agarró la mano de David, a su lado, notando cómo su marido sudaba. Hasta Zelena se llevó la mano a los labios, conmovida. Nadie escapaba a las malas sensaciones en aquel tribunal.

Íntimamente EmmaWhere stories live. Discover now