El único que merece saber

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Ingrid comprobó que nadie la había visto y entró silenciosamente en el piso. Cerró la puerta sin hacer ruido y esperó a que sus ojos se acostumbraran a la penumbra. Lo único que escuchaba era el sonido que hacía su propio pecho, el corazón completamente acelerado o desesperado tras el susto que había acabado con sus estructuras. Sentía las piernas aún temblorosas y las canillas le dolían a causa de la carrera que se había dado hasta la casa del hermano. ¿Qué sería de ella ahora? Daniel la había visto y la buscaría si recordaba su rostro una vez pasada la borrachera. Pero, ¿qué diablos hacía él en Mary Way Village? Ingrid empezaba a creer que había sido una pésima idea haber vuelto. Si al menos hubiera sabido eso antes. Respiró hondo, anduvo hasta la ventana de la sala, se enredó en las cortinas para mirar hacia afuera. Veía desde ahí el embarcadero. Daniel había desaparecido, debe haberse marchado muy asustado tras su aparición. Ella volvió adentro, de repente la luz se encendió cogiéndola desprevenida.

‒ Necesitamos tener una conversación, Ingrid

El sonido de la voz invadió el silencio y la perturbación de Ingrid, pero se dio cuenta de quién hablaba con ella. David se había sentado en el sofá, vestido con el pijama y sujetando un vaso de agua, y miraba hacia ella.

‒ Hermano, puedo explicar‒ intentó decir seria, sin embargo su comportamiento hizo que el hermano desconfiara.

‒ ¿Qué ocurre contigo? ¿De dónde vienes?

Ella no quiso mentirle.

‒ Estaba con alguien, no querrás saber quién es.

‒ No necesito saber quién es para entender que te estaba pagando las bebidas.

Ingrid se tomó eso como un puñetazo en la cara, le costó mirar para el hermano.

‒ Y seguramente estás enfadado porque llevo haciéndolo días sin que te dieras cuenta‒ dijo ella, cruzando sus brazos por delante de su vestido oscuro.

‒ No soy un completo idiota, hermana. Mary me dijo que probablemente harías una copia de la llave de la puerta, no me sorprendió cuando supe que era verdad.

‒ ¿Y no has querido impedir que salga? ¿A dónde fue a parar tu instinto de hermano super protector, David?‒ soltó Ingrid, arrogante. Su susto había desaparecido.

‒ Me contuvo mi paciencia‒ se levantó ‒ Teníamos un trato, ¿recuerdas?

‒ Claro que sí‒ empinó la nariz

‒ ¿Y por qué no has tenido cuidado? A estas alturas, Emma ya debe saber que has regresado, debe incluso estar culpándome por haberme estado callado.

‒ Te garantizo que si Emma ha escuchado algo, enseguida aparecerá por aquí para charlar. Ya me la he encontrado, es decir, he estado cerca de ella, solo que no conversamos y ella no sabe que estoy en la ciudad.

David quedó dubitativo.

‒ ¿Has estado en nuestra casa?

‒ Sí. Estuve allí y no fue una buena experiencia, hermanito. Fui a ver a mi hija, a saber cómo estaba y si la casa estaba en buen estado.

‒ ¿Y?

‒ La casa está en perfectas condiciones‒ en ese momento pensó en contarle el absurdo que había visto aquella mañana, pero terminó diciéndolo con otras palabras ‒ Pero creo que Emma está de verdad enferma

David miró a la hermana

‒ ¿Por qué?‒ él la seguía con la mirada

‒ Creo que Emma se está relacionando con alguien‒ Ingrid caminó hacia el pasillo, no iba a seguir hablando de Emma

Íntimamente EmmaWhere stories live. Discover now