Ingrid

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Si tienen en cuenta el final del capítulo anterior, este puede despistar un poco, pero en este se cuenta lo que pasó entre Daniel e Ingrid la noche anterior.



Era una de las primeras veces en que Ingrid no estaba actuando para conseguir algo que deseaba. Lejos de estar queriendo algo, entró en el coche con Daniel, llorando copiosamente tras ser colocada en el asiento del copiloto y él cerrar la puerta. No dijeron nada durante el trayecto. Su lloro era lo único que se escuchaba a parte del ronco motor, y ella solo calló cuando vio a donde habían llegado. Todo quedó oscuro de repente y Daniel descendió para tirar de la puerta del garaje con tanto cuidado como alguien que está escondiendo un cuerpo en el maletero en medio de una fría noche.

Daniel la sacó del coche y la condujo por la parte de atrás de la casa hasta estar seguros allí dentro. Tiempo suficiente para que Ingrid entendiera que sus planes habían salido mal y de nada había servido rezar por la infelicidad del pintor cuando él la había dejado. Todo brillaba en el pasillo, aunque la riqueza que Daniel había conseguido con el tiempo hoy no fuera sinónimo de su felicidad. La felicidad de él tenía un nombre bastante familiar para ella, uno que ella odiaba recordar, pero ahora, peor, recordaba lo que y a quién ese nombre había conseguido. Los caprichos de la vida golpearon a Ingrid Swan en la cara y amenazaban lo único que ella podía amar de verdad ― aunque poco― a su hija Emma. A medida que él encendía las luces, la mujer veía los trofeos, las fotografías, los objetos de plata, y su imaginación la veía allí, en las estancias, preparándose con la ropa que ella se ponía para salir, o esperando bajar las escaleras para ir a cenar o enamorar en algún nuevo lugar. Ingrid apenas notó que cuando Daniel la sentó, estaba completamente absorta en un trance. Él acercó una silla cerca de ella y se sentó enfrente, habiendo servido una copa de coñac para cada uno. Cuando Ingrid alzó la mirada hacia él, tuvo ganas de matarlo allí mismo. Lo odiaba por haberla llevado a su casa llena de huellas de Regina por todos lados, era demasiada humillación. ¿Por qué le estaba haciendo eso?, pensaba. Así que lo miró, irritada, con los labios temblando.

Él le devolvió la mirada, pero una mirada suave.

‒ Sentí tu ausencia‒ dijo, extendiendo el pulgar hacia su mejilla

Ingrid apartó su mano y cogió la copa de coñac de la mesa, bebiendo un buen trago de una vez.

‒ Mentiroso‒ ella no estaba de acuerdo ‒ ¿Por qué me has traído aquí?

‒ Fue el único sitio en el que pensé. Supongo que no es agradable para ti conocer mi casa, sin embargo aquí estamos seguros. Nadie dirá nada‒ explicó con calma

‒ Ya entendí, Daniel. Tienes miedo de que tu mujer descubra que te has visto con tu ex amante. Ah, tendría que llamarla ex mujer, ya que no vais a volver juntos.

‒ Vamos a evitar hablar de Regina. Ella no está aquí para defenderse.

‒ Ni está para que niegues lo que le hiciste durante varios años

Daniel extendió la mano hacia delante y atrajo el rostro de Ingrid hacia el suyo, deshaciendo su peinado. Fue tan fuerte que ella gritó, desorbitando los ojos enseguida. De repente la dulzura de Daniel había desaparecido.

‒ Me arrepiento de no haber escogido terminar antes lo nuestro. Me arrepiento de todo lo que sucedió entre nosotros dos después de casarme, pero ¿qué mentira fue peor? ¿La mía o la tuya? No te olvides, Colibrí, tú estabas muerta.

‒ No me llames así‒ pidió entre dientes

‒ Te llamaré como quiera‒ rebatió él, descendiendo la mano por el hermoso rostro de ella y llegando al cuello donde colocó la mano donde podía ahogarla.

Íntimamente EmmaWhere stories live. Discover now