Capitulo 4

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Los Apolo eran realmente muy rápidos. El panel eléctrico decía noventa kilómetros por hora, pero apuesto a que íbamos mucho más que eso. Avanzábamos a toda velocidad por la Avenida, al parecer estábamos en algún punto en el Distrito Cuatro, teníamos que ir al norte entonces hasta topar con el Campamento de Guerra que WICA ya habrá formado. Solo pensaba sí íbamos en la dirección correcta, o si nos dirigíamos a una trampa mortal.

Tenía el arma afuera, lista y preparada, apuntando hacia la calle, esperando a que una emboscada enemiga ocurriera. Níger giraba en la torreta trescientos sesenta grados, apuntando hacía los techos del edificio. Se le veía nervioso, y eso me ponía a mi nervioso. Níger era un maestro del misterio, siempre planeaba correctamente sus emboscadas, y mientras buscábamos el Arca, supo exactamente que los Caníbales nos seguían en secreto y que los helicópteros, donde venía Han, no eran enemigos. Sí el estaba nervioso, tenía mis razones para estarlo. También, la horrible forma de conducir de Han daba miedo. Temía que en una de esas vueltas, Jack , quien iba sentado a los pies de Níger, cayera hacía la calle.

Miré el cielo, nublado. Las explosiones aún continuaban, solo que en menor cantidad y mucho más lejos. Ya habíamos dejado los enormes cañones detrás. Todo estaba bien, o eso esperaba. Un dato curioso del Apolo: no había cinturones de seguridad. Algo aterrador y más cuando se creía Toreto dando vueltas realmente peligrosas. Y cuando pasábamos algún resalté en la calle, el auto entero brincaba y daba la sensación de que saldríamos volando hacia el cielo. Ion sujetaba firmemente su bate de beisbol, jugueteando con él, claramente también estaba nervioso.

-Ojalá Trouyet estuviera aquí-deseó Paul desde el otro auto, al parecer el Apolo tenía intercomunicadores, su voz sonó por las bocinas de todo el vehículo-El cantaría algo y no me pondría nervioso...

Reí, Han hizo una mueca.

-Paul, guarda las comunicaciones para una emergencia-le regañó.

-¿Cómo que emergencia?-preguntó Paul.

-¿Francotiradores en los edificios serían una emergencia?-preguntó Bernard.

-Probablemente-respondió Bill.

-Pues...!Francotiradores!-gritó Bernard.

Tan pronto lo dijo, los disparos salieron disparados desde los cristales más altos de cada construcción, dejando una delgada línea de humo, señalando su ubicación. Tome mi arma y dispare contra los cristales sin un objetivo fijo. Níger me imitó. Entonces, Han esquivó una peligrosa explosión en la calle, que no hizo más que levantar polvo y escombros. Acto seguido, diferentes destellos luminosos aparecieron en todas las ventanas de la calle, y una lluvia de balas y granadas nos cayó encima.

-!Rompan formación!-gritó Han, y todos los Apolo se separaron.

Los disparos empezaron a golpear contra el auto, sin embargo, el fuerte blindaje de los vehículos solo hizo que las balas rebotaran, lástima que mi cabeza no tenía blindaje alguno. Han comenzó a zigzagear de manera frenética, intentando evitar las balas a toda costa. Entonces, después del agudo sonido de un francotirador, el vehículo de nuestra izquierda perdió el control.

-!Perdimos al piloto!-gritó Bernard por el comunicador.

Han, giró el volante de una forma salvaje y golpeamos contra el auto de Bernard, al mismo tiempo que Bill hacía lo mismo del otro lado. Al final, el auto quedó atrapado entre ambos Apolos, evitando que se saliera del camino. Han me miró.

-¿Sabes conducir?

-Eh...sí-titubee-llegué a conducir las camionetas del Colegio...

-!¿Qué?!-estallo Ion detrás.

-Toma el volante.

Dudando, lo hice. Han se brincó hacía el otro vehículo, paso por encima de Bernard y se colocó de piloto. Yo me brinqué el asiento para tomar el lugar de Han. Me temblaban las manos. En mí estaba la vida de todos los pasajeros. Que aterrador. Jack, hábilmente se pasó al sitio del copiloto.

-¿Cómo qué condujiste las camionetas?-preguntó Ion-!Esta prohibido!

-Vamos...además esas cosas ya ni existen-me defendí.

-!Sepárense!

Los tres vehículos nos separamos y continuamos como si nada hubiera pasado. Sin embargo las balas enemigas seguían lloviéndonos encima desde los edificios. El artillero de un Apolo detrás de nosotros, cayó muerto al suelo. Teníamos que hacer algo, salir de ahí, o nos matarían.

-!Abajo del asiento, Jack!-le gritó Han.

El chico, bajo la escopeta y se puso a rebuscar debajo suyo, minutos después sacó un enorme lanzacohetes, lo miró ilusionado. Lo recargó sobre su hombro y apuntó a la cima de los edificios.

-¿Qué no es peligroso disparar si estamos en movimiento?-pregunté nervioso.

-Sí-sonrió Jack, antes de disparar. Los proyectiles salieron disparados con un fuerte estruendo, fue tal la fuerza, que tuve que esforzarme más para no perder el control del auto. El cohete fue directo hacía los edificios, para estallar en una enorme explosión. Los disparos disminuyeron, con un segundo disparo se hicieron cada vez menos. Jack disparaba y disparaba, cargaba y luego volvía a disparar. No había otra elección.

-!Por aquí!-gritó Han, y condujo hacía el estacionamiento del edificio. Lo seguí, conducir esa cosa, en realidad no era tan difícil, era mucho más complicado conducir en Gran Theft Auto.

Avanzamos en la oscuridad, guiados por las luces del auto y el Apolo de Han. Entonces vi una enorme rampa de caracol que subía hasta el techo, Han la tomó. ¿Qué planeaba? Todos los seguimos sin dudarlo, en más de una ocasión un soldado enemigo se nos atravesó, el artillero de Han, no les tuvo piedad y los destrozó con la torreta, y continuamos por encima de ellos. La escena me dio bastante asco, tal vez la guerra no era lo mío.

Cuando llegamos al techo, muchos de los francotiradores ya nos estaban esperando. Jack soltó un par de granadas y los mandó volando hacía la calle, los que quedaron, fueron acabados con Níger y su habilidad con la torreta. Seguí a Han, entonces me di cuenta de lo que planeaba...estaba loco. Condujo a toda velocidad hasta el borde de la azotea, entonces brincó.

-!No sean cobardes!-nos gritó riendo.

Bill, le siguió brincando. Luego seguimos nosotros, pisé el acelerador hasta el fondo y cerré los ojos. Solo sentí cuando caíamos rápidamente, para luego aparecer en el techo del edifico de a lado, también lleno de torretas y soldados enemigos. Repetimos todo, una y otra vez por tres edificios. Han estaba realmente loco, y yo debía estar mucho peor que él, por seguirlo.

Estaba a punto de protestar contra su estúpida pero efectiva idea de brincar de edificio en edificio, cuando el hombre utilizó una rampa parecida para bajar de los edificios, solo que esta vez salimos por una calle distinta. Ahí no había enemigos, los habíamos perdido.

-!Lo logramos!-gritó Cari emocionada.

Entonces, Wallace arruinó mi ánimo.

-Le dieron a Bernard...esta grave.

Virus Letal V: The DesolationWhere stories live. Discover now