Capitulo 15

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Corrimos calle abajo con los Zombies detrás de nosotros. Estar ahí era...extraño. A decir verdad, era un tanto relajante dejar de huir de las balas, pero a la vez era frustrante estar corriendo de esos infectados otra vez. Así que era extraño, las balas te podían dar desde lejos y muy difíciles de matar  y te dejaban con sordera un buen rato. Los Zombies tenían que estar cerca para atacarte, pero corrían demasiado rápido, eran más fáciles de matar, pero te dejaban con malas pesadillas durante un buen rato. Y aquí entre nosotros, sonaba más agradable que ser zombificado...o servuficado. ¿Existía esa palabra?

Aumentamos nuestra velocidad, aunque claramente ya estábamos exhaustos. Miré a Han. Me sorprendía la agilidad, rapidez y resistencia con la que ese viejo corría a pesar de su avanzada edad...¿Cuántos debía tener? ¿Ochenta? Era como ver a Gandalf corriendo en una de esas escenas épicas del Señor de los Anillos. Bill corría con la misma facilidad, aunque se le veía muchísimo más cansado.

Dimos vuelta a la izquierda al llegar a la glorieta y nos internamos en una pequeña y silenciosa calle. Se acabó el pavimento e inició el empedrado, los edificios terminaron e iniciaron algunas pocas residencias. Los enormes árboles generaban una extraña sombra sobre el camino, curiosamente se encontraban en perfecto estado.

Ion soltó una carcajada.

-!Bien, Paul!-le motivó.

-Corran, perras...corran-nos apuró Bernard mientras corría a gran velocidad hacía el final de la calle.

La calle se abría en Y con un pequeño y abandonado parque en el centro, alrededor del cual se encontraban el resto de las residencias, y un pequeño edificio blanco de pintura ya gastada y vieja, con el enorme letrero de: "Suites Pintel" . Giramos sin pensar a la derecha y vi una vez más aquel enorme muro.

Debía medir unos siete metros de alto, un muro con colores irregulares y varios alambres, laminas y barrotes en él, para darle "mayor seguridad".  En la orilla de la cima, tenía una serie de distintos alambres de púas y una cerca que algún día debió estar electrificada. Había un enorme portón azul, todos corrimos hacía él y nos abalanzamos para intentar entrar en el Colegio.

-!Esta cerrado!

-¿Quién demonios cierra el Colegio antes de dejarlo abandonado?-preguntó Ion maldiciendo al cielo.

-!Fue Lucas!-se excusó  Kevin-!Recuerda que él estaba a cargo junto con Stan!

-!Pues como no puedo matarlo, mataré a Stan cuando lo vuelva a ver!-gritó Ion. Miré por la calle, los Servuks estaban a unos treinta metros de nosotros, se veían hambrientos.

Todos golpeábamos la puerta con fuerza, esperando que se abriera.

-No las abriremos, estos portones fueron hechos para contener ordas de Zombies hambrientos y a los idiotas de los Otros-soltó Jack, Níger lo miró con recelo.

-Sin ofender.

-!En el Hotel teníamos una entrada secreta para emergencias!-exclamó Joe-!Díganme que tienen una!

Ion miró a la chica perplejo. Salió corriendo hacía el parque y fue directo hacía el árbol más cercano, se hinco en el suelo y comenzó a escavar un poco en la tierra, se puso de pie y corrió hacía nosotros con una vieja llave en la mano, abrió la puerta pequeña del portón, y todos entramos en empujones. Ion, siendo el último, la cerro con gran desesperación.

Todos nos alejamos del portón azul mientras veíamos como se estremecía con los golpes de los Servuks que luchaban por entrar. La idea de que lograran entrar se me cruzó por la cabeza, una aterradora imagen de todos muriendo siendo devorados por esos animales me hizo estremecer.

-!No podrán entrar!-dijo Gib orgulloso-!Nunca lo han hecho y nunca lo harán!

-Pues...en una ocasión, hicimos una pequeña fiesta y lograron brincar el muro...

-!Pues no entrarán ahora!-dijo Gib, interrumpiendo a Bernard.

Miré a mi alrededor, y casi me da un vuelco al corazón. El lugar era...era el mismo, pero había cambiado mucho. El extenso jardín verde ahora era amarillo, y la hierba alcanzaba a cubrir hasta mi cintura. Apenas podía ver el viejo conjunto de lápidas en el otro extremo. Junto al patio, estaba el pequeño estacionamiento donde solíamos guardar las camionetas, en se momento e encontraba completamente solitario. Al frente, estaba el edificio de tres pisos, con la cafetería y los salones que servían de dormitorios. Las ventanas estaban llenas de polvo y tierra, y algunas se encontraban estrelladas. A mi derecha, estaba el pequeño edificio de la biblioteca, verlo me causó tanta nostalgia. Junto a él estaba el ancho pasillo que rodeaba el complejo hacía el otro lado, donde se encontraría la cancha principal y el resto de los salones.  

Pensé en toda la gente que alguna vez había estado ahí, en todas las personas que se habían sentidos seguras y felices viviendo en aquellos viejos salones. Pensé en la gente sin familia y amigos  que Ion, Gib, Jack y Kevin acogieron. El Colegio había salvado a tantas personas en el pasado, y ahí estábamos nosotros, pidiéndole refugio de nuevo.

Estando ahí parado, me sentía a salvo, sí. Pero también sentía una profunda y extraña tristeza, llena de buenos y malos recuerdos, con el deseo de volver a vivirlos. O no volver a vivirlos, pero sí poder tener nuevos momentos como aquellos que había disfrutado mucho. Miré hacia atrás y me dí cuenta de que fue muy difícil sobrevivir, pero igual lo disfruté.  

Jack soltó un silbido al verlo todo tan viejo y descuidado. Han miró el ambiente extrañado, inclusive Seth alzó la cabeza un momento para observar el lugar donde se hermana había vivido.

Miré los jardines en mal estado.

-El Colegio extraña a su jardinero-admití con toda la tristeza en las palabras.

Ion se acercó.

-El Colegio, extraña a muchas personas-me respondió.

-¿Qué es este lugar?-preguntó Mathew, escucharlo hablar después de tanto tiempo en silencio, me provocó una especie de alivio.

-Damas y caballeros-dijo Ion, sin embargo, aunque sonreía, sabía que cada una de esas palabras salían de su boca con mucha dificultad-Bienvenidos al Colegio.

-O lo que queda de él.

Virus Letal V: The DesolationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora