Capitulo 44

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-¿Estás bien?-le pregunté.

Una serie de disparos comenzaron detrás de nosotros, escuché como Han se ponía de pie y respondía al fuego enemigo con ayuda de Bill y Níger.

-Sí. respondió la chica con una mueca.

Me puse de pie y la ayude a levantarse. ¿Cuánto habíamos caído? Tan solo unos siete peldaños. Dios, se había sentido mucho peor. A nuestro lado, los demás comenzaron a ponerse de pie mientras Níger disparaba contra el último enemigo.

Han soltó un silbido.

-Eso no me lo esperaba-rió el viejo.

Como si nada hubiera pasado subimos otros tres pisamos hasta que por fin llegamos al lugar. Sin embargo, Mantícora había anticipado nuestros movimientos. Ya nos estaban esperando al menos unos veinte soldados con las armas preparadas. Nos quedamos quietos, mientras alzábamos las manos. ¿Por qué lo hacíamos? Creo que es una extraña tradición humana levantar las manos cuando el hombre del arma te apunta a la cabeza. Curioso, ¿no crees?

-Alto ahí-bramó su líder.

Han llevó discretamente su mano a su radio y lo accionó, para que todos pudiesen oír lo que ocurría en el lugar.

-Me parece que esta vez los hemos vencido-sonrío el soldado-¡Gracias a la sabiduría del Ojo anticipamos sus movimientos!

O gracias al espía...eso quería decir que se debía haber encontrado en la tienda cuando planeábamos nuestro asalto. Níger sonreía emocionado, tenía un plan en mente...Níger siempre tenía un plan en mente.

-!Al suelo sus armas!-nos amenazó.

Dudamos un momento.

-!Al suelo sus armas!

Sin oponer resistencia, hicimos caso. Tal vez nos tomaran como prisioneros y nos llevaran directo con el Ojo, ese sí que sería un gran golpe de suerte. Sin embargo, Níger permanecía con el arma en la mano, el líder del grupo le apunto directo a la cabeza.

-!Suelte el arma!-le ordenó.

-De acuerdo-respondió Níger al mismo tiempo que tiraba su pistola, al hacer esta soltaba un disparo directo a los pies del líder que empezaba a gritar y soltar maldiciones.

Mientras sus soldados se provocaba un pequeño caos, tomamos nuestras armas y abatimos contra ellos, hasta que el último cayó.

-Bien, Níger-le sonrío Bill.

Observé la sala, era una amplía estancia circular, detrás de nosotros se encontraba la larga escalera del edificio, a mi izquierda estaban las curiosas paredes de cristal, a la derecha se abría un extenso corredor hacía quién sabe dónde. Ion yJack cubrieron las entradas, mientras Han tomaba su mochila y comenzaba a sacar sus extraños artefactos.

-Aquí Simon, todo bien-informó el soldado en caso de que WICA se preocupara.

Mientras Han preparaba el gancho, me acerqué al cristal y observé desde arriba. Sin embargo no había mejor vista que en la planta baja, podía ver cientos de soldados azules y rojos moviéndose de un lado a otro mientras varias explosiones levantaban nubes enteras de fuego por el parque. Escuché un zumbido carca, y vi a un grupo de diez helicópteros cruzar justo enfrente de nosotros.

El primero comandado por...¿acaso había alucinado? El radio pitó.

-!Aquí Mamá Osa!-anunció la presidenta-Llegó el apoyo aéreo.

Bernard se acercó al cristal.

-¿Esa es...?

-Sí-confirmé, aún sorprendido.

-Oh, esa perra-la insultó Bernard-En el buen sentido, ¿me entiendes?

Me encogí de hombros y miré hacía Han, el hombre sostenía lo que parecía ser un enorme arpón. Nos guiñó un ojo.

-¿Qué es eso?-preguntó Mathew.

-Esto-sonrío el viejo-Es nuestra gran tirolesa.

Bill se acercó al cristal y comenzó a disparar contra el haciéndolo trizas. Una brisa fría entró por el agujero, un escalofrío me recorrió el cuerpo. Han se acercó a la orilla, apuntó y luego disparó su enorme arpón contra la Punta de Diamante, la cual se encontraba perfectamente justo enfrente de nosotros. La cuerda salió disparada, en cada extremo tenía una extraña placa metálica para "sostenerse". Un extremo en los ventanales de la Punta. Han tomó el otro lado de cuerda, e insertó la placa justo en el techo. La larga soga quedó suspendida uniendo ambos edifcios en un ángulo de hasta 15°.

-¿Y los arneses?-preguntó Kevin.

Han rió.

-Aquí, no necesitamos arneses-nos sonrió mientras atravesaba su rifle por encima de la cuerda.

-¿Estás loco?-le estalló Valery.

Han no respondió y utilizando el rifle como gancho se deslizó por la cuerda atravesando la avenida hacía la Punta de Diamante, cuando estuvo por llegar, utilizó sus pies para romper el cristal y adentrarse en el edificio. Temeroso, lo siguió Jack, luego Ion...hasta que llegó mi turno. Temeroso imité los pasos que todos habían seguido, me coloqué justo en la orilla de la ventana rota. Observé hacia el suelo y un escalofrío me recorrió el cuerpo.

-¿Saben?-les dije-Y sí mejor...

-!Apresurate!-exclamó Níger mientras me empujaba al vacío, al principio cerré los ojos y me aferre al arma cargando todo mi pecho. Miles de escenarios se cruzaron por mi mente, en uno me soltaba y caía contra el cristal de abajo, en otro, la cuerda se rompia y quedaba balancandome como Tarzán. En otro, el arma se atascaba y me quedaba colgando a medio camino...intenté no pensar en eso.

Cuando me di cuenta ya había caído en el piso mientras Han y el resto abatían a unos guardias de Mantícora, tomé torpemente mi rifle y me aparté de inmediato del agujero en la pared, no quería que el siguiente en la cuerda terminara aplastándome. Era una pequeña sala circular con la única salida de un ascensor. Me disponía a disparar cuando me percaté que había llegado tarde a la acción, todos los enemigos estaban muertos, excepto uno.

Era un hombre realmente alto, debía medir casi dos metros. Tenía la cabeza circular calva, con unos penetrantes ojos llenos de ira. Tenía complexión robusta pero musculosa, como un boxeador retirado. Vestía un elegante traje negro. Era el General.

Cuando el último de nosotros llegó por la cuerda le apuntamos con las armas.

-¡Manos arriba!-gritó Han.

El General nos sonrío.

-Que ineptos-dijo con voz pasiva-Aún después de todo...siguen sin entender que Mantícora siempre está un paso delante de ustedes...

-Te iba a arrestar-gruñó Han-Pero creo que ocuparías demasiado espacio en la cárcel, ¿tus últimas palabras?

El hombre río.

-Un hombre sabio dijo una vez, que las últimas palabras eran para aquellos idiotas que no dijeron suficiente en vida-nos sonrío-Pero...¿quieres que te diga algo? Lo haré... ¡Athiktos Minotavrōz!

Justo en ese momento, con un rápido movimiento Andric golpeaba mi brazo con fuerza haciéndome tirar el arma, Jasper disparaba al techo distrayendo a todos para que James pudiera tirarles el arma. Cuando Han estuvo a punto de intervenir, Bill le apuntó amenazadoramente con su escopeta. Todo se sumió en un completo silenció opacado por las risas del General.

Bill, Jasper, Andric y James nos apuntaron con sus armas, antes de gritar al unísono:

- ¡Athiktos Minotavrōz!

Virus Letal V: The DesolationWhere stories live. Discover now