Capitulo 21

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Mi habitación en el Colegio, no había cambiado mucho. Básicamente era la misma de siempre, aunque mucho más ordenada que antes. Antes de dormir, había decidido tomar una ducha. Al sentir el agua tibia correr por mi cuerpo, una extraña tranquilidad se apoderó de mí. Salí, me puse unos calzoncillos y una playera vieja del cajón y me metí a la cama. Me sorprendía que mi antigua ropa aún me quedara.

Observé el techo blanco de la habitación por minutos, tal vez horas. Con el repetitivo: "Tic, tac" del reloj. Con las últimas gotas escurriendo en la regadera. Permanecí pensando, intentando conciliar el sueño, pero era muy difícil. Debía ser ya media noche y sin embargo me costaba mucho dormir. Ya no eran mis extraños pensamientos sobre el pasado, ahora era mi temor sobre el futuro. ¿Qué pasaría al día siguiente? Me preocupaba pensar que después de la pelea, yo volviéramos a ser los mismos.

Miré el reloj, en efecto...las cero horas. Prácticamente quedaban tres días, sólo tres días. En tres días las bombas serían lanzadas al resto del mundo y nos matarían a todos, a no ser que llagáramos al Ojo a tiempo. Todo eso, la carrera en contra del reloj, me recordó bastante a la búsqueda del Arca. Sí lo logramos una vez, superados significativamente en número y armas, ¿Por qué no lo lograríamos otra vez? Ese era mi consuelo, eso me impulsaba a seguir adelante.

Mire el reloj de nuevo, no había pasado mi un minuto. Sorprende lo rápido que son nuestros pensamientos, cuando parecen que duran horas...resultan ser sólo unos segundos. Realmente extraño. Volví a girarme varias veces, intentando acomodarme, voltee, moldee y desmoldé la almohada muchas veces más, antes de darme por vencido.

Pensé en mirar las estrellas, pero solo podría hacerme volver a sentirme mal. ¿Pero qué otra opción tenía?

Me levanté del suelo y caminé descalzo por el pasillo. Me asome por las ventanas. Afuera, Han y Bill intentaban reparar el radio con unas viejas herramientas. Caminé directo a las escaleras, pero cometí uno de los peores errores de mi vida, me golpe el dedo pequeño del pie con una vieja caja en medio de pasillo. No pude evitar soltar una maldición. Golpearse el dedo del pie, ocupaba el último lugar de los tres peores dolores del mundo, según Michael. En segundo lugar, estaba la herida de bala. Y en tercero, bueno...sí eres hombre lo entenderás.

Contuve el grito y di brincos en un pie, maldiciendo mentalmente por el dolor. Lo único que log're fue tropezar. Maldije de nuevo. Escuché un leve rechinido, a unos metros delatante de mí, Cari se asomó por la puerta de su cuarto.

-¿Estás bien?-me preguntó preocupada.

Me puse de pie..

-Sí...solo...he tropezado-le dije nervioso.

-¿Con esa caja?-preguntó riendo levemente.

-Sí-dije apenado-Perdón Señorita Perfecta.

Río.

-¿Qué haces descalzo, caminando por el pasillo a media noche?-me planteó.

-Sí lo que piensas es que estoy viendo a otra chica, tienes razón en preocuparte-bromeé.

Cario río.

-¿Te lastimaste?-cambió el tema.

-Sí...bueno, no...solo que esto dejará un moretón después-hice una mueca.

-Ven...creo que tengo algo de pomada por aquí-me invitó a pasar.

Caminé aún tambaleante hacía su cuarto. Intenté encender la luz.

-No lo intentes...no sirve aquí-me dijo mientras encendía su lámpara de noche.

Su cuarto era justo como el de los demás, solo que estaban tan bien ordenado y escombrado que lucía de mayor tamaño. Una habitación cuadrada, con un enorme armario y una pequeña cajonera. Había una estañera llena de libros que la chica seguramente había tomado prestados de la biblioteca para nunca devolverla. Al fondo había una gran cama matrimonial, de sabanas blancas. De otro lado, había una pequeña puerta que guiaba directo al cuarto de baño.

Virus Letal V: The DesolationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora