Kimberly Danvers, hermana de la famosísima Carol Danvers también conocida como Capitana Marvel, se queda sola en la tierra luego de la explosión de la gema de espacio. Atrapada en sus poderes de electricidad, pasa 18 años congelada.
Salvada por Pet...
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Esa misma noche...
Decir que fue difícil para Kimberly no regresar a casa es poco. Decir que no fue desgarrador el decir que sí a que todos la olvidaran es una mentira. Decir que se siente vacía es insuficiente.
Cuando las grietas púrpuras en el cielo se habían reparado gracias a Dr. Strange y la magia del hechizo estableció el olvido, Kimberly se encontraba en el edificio de su escuela. Sintió una punzada muy fuerte en el pecho, tuvo que sostenerse para no caer. Frunció el ceño, respirando agitadamente. No olvides a Peter Parker, repetía una y otra vez en voz alta. Se sentó en el suelo, pestañando varias veces.
No olvides a Peter Parker...
De repente, comenzó a dolerle la cabeza. Se la tomó, tambaleándose. Buscó en su bolsillo el anillo que le había dado su novio y lo acorraló entre sus manos. No olvides a Peter Parker. Las lágrimas no tardaron en llegar y sollozó mientras estas resbalaban por sus mejillas. Prestó atención a los detalles del anillo, tenía grabado algo en la parte interior: "TA - P". Kimberly sonrió, sollozando aún más. "Te amo - Peter". Se preguntó cuánto se había gastado Peter en aquel objeto y negó con la cabeza, divertida, recordando que también le había regalado un collar con la estrella y una pulsera con una mitad de un corazón.
El cielo estaba despidiendo colores extraños, unos naranjas, rojizos, que se mezclaban con los azules y celestes. Kimberly se llevó una mano al pecho cuando sintió otra punzada. No olvides a Peter, se decía por dentro. No olvides a... No olvides a Peter...
Pero era más complicado de lo que parece.
De un momento a otro, Kimberly tenía la mirada perdida. Estaba intentando recordar algo, pensó. ¿Qué era? Miró el anillo y alzó las cejas. Alguien... Estaba repitiendo el nombre de alguien. ¿Un chico? ¿Cómo era aquel nombre? El nerviosismo empezó a aparecer cuando la desesperación la acompañó. Ella sabía que era algo importante, algo que debía recordar, algo que no tenía que olvidar. Y, de pronto, se estaba preguntando de quién era aquel anillo, ¿era suyo? ¿Quién se lo había regalado? No encontraba ninguna respuesta.
Se incorporó y se encaminó a su casa. Con el dolor en su corazón, recordando la muerte de su padre, pensó en su madre y su hermana. Aterrizó en el patio de atrás y, sigilosamente, observó a través de la ventana de la cocina. Su madre tenía los ojos llorosos, estaba mirando un retrato en el que se mostraba a ella y a Paul Beckett. Frunció los labios con tristeza y Kimberly sentía que se derrumbaba. Pero luego, Zoe corrió hacia ella y la abrazó por detrás, colgándose de sus piernas y tratando de llamar la atención de Kristen. Ella se volvió hacia la pequeña y la cargó en sus brazos.
- ¿Y papá, mami? - preguntó Zoe con su voz aguda.
Zoe cumpliría siete en tres días y a su madre le costaba mucho explicarle lo que había sucedido.
- Papá... - comenzó lentamente. Tomó una bocanada de aire. - Él se ha convertido en una estrella.
