Capítulo 55: Ultimas Revelaciones II

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A continuación habrá temas sobre:

Organizaciones.

Familia disfuncionales y toxicas.

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Veintidós años atrás

Lugar: Mansión de Los Bonafoux Dupond, Francia, Paris.

Leandra Bonafoux Dupond

La organización criminal de cuello blanco de mi familia donde fui enseñada junto a mi hermana Amanda hacer un maldito premio, atender a los socios de las organizaciones como si fueran reyes en las reuniones de negociación. Todas las mujeres Bonafoux nacimos con un único deber...

Ser la moneda de cambio para garantizar unión o una tregua entre las organizaciones enemigas. Desde los ocho años fui consciente de la vida que me tocaba y entendí del porqué Amanda siempre me sobreprotegió tanto cuando nuestra madre nos llevaba a los clubes en que se encargaba de trabajar.

Drogas y... Nosotras lamentablemente éramos parte de la mercancía mientras ella disfrutaba de las ganancias obtenidas. Mis recuerdos de mi infancia tuvieron que a ver sido jugando y siendo feliz como cualquier otra niña, pero lo único en que se basan son en hombres pedófilos tocándome y acariciándome luego de horas nuestra madre nos encerraba a Amanda a mí en nuestro cuarto mientras que dormíamos abrazadas hasta quedar sin lágrimas con la esperanza de que un día no nos volviera a llevar a esos sitios y poder vivir bien sin que nos arruinaran la vida algo que con el pasar del tiempo no ocurrió...

Cuando cumplí los dieciocho años ya no era esa niña que le creía a su madre. Tampoco guardaba la esperanza de que un día esta familia se compadeciera de las mujeres y les diera un buen puesto para seguir con el negocio siendo dueñas de nuestros cuerpos.

Nada de eso.

Las mujeres Bonafoux no solo fuimos monedas de cambio si no que damas de compañía mientras que le dábamos un servicio completo a estos hombres de mierda que probaban la nueva mercancía. Manipular y salirme con la mía se volvió mi arma para que no llegaran a querer acostarse conmigo y más cuando fui consciente de mi belleza.

Con dulces palabras, caricias falsas y un poco de "afecto" hasta que antes que atacaran como malditos animales los inyectaba con lo nuevo del mercado "familiar". Sintiendo cada vez que una parte de mí se iba en este lugar y matando la última esperanza de salir, vivir lejos y tal vez poder tener mi propia familia en otro lugar donde no me conocieran y tuviera una nueva identidad...

Lo único que me mantenía cuerda era tener a mi hermana de aliada porque ni tan si quiera podía confiar en los demás miembros de esta familia porque era sobrevivir, aunque nos tuviéramos que hundir unos a otros y eso lo aprendí a la mala cuando mi propio padre nunca nos defendió más la crueldad de cada hombre de esta familia. Solo que debíamos aprender a vivir con esto porque es parte de ser un Bonafoux Dupond.

—Papá puedo ser más que esto y lo sabes. Puedo tener un puesto como el de mamá sin tener que utilizar mi cuerpo —lo acorralo en su oficina mi padre es un hombre alto de complexión atlética de cabello azabache que posee varias canas, pero con un aura demasiado intimidante que lo ayudó acoplarse a esta familia que lo acogió como uno más.

—Leandra tu hermana y tú deben aceptar este legado —menciona como si dijera cualquier cosa y no que su hija no tiene más opción que aceptar esta vida de mierda.

—Sabes que no tenemos ningún legado somos como criadas y estás consciente de eso —digo fríamente haciendo que deje de ver los papeles y fijarse en mí.

—Quieres salir de esto... bien la única manera es casándote algo que ya tu madre se encargó de hacer con Amanda.

Siento como mi mundo se va a bajo mientras que salgo corriendo del lugar a buscar a Amanda. Esto no puede ser real mi amiga y mi hermana lejos de mí no lo puedo aceptar. Esquivo a los empleados mientras que llegó al cuarto de mi hermana encontrándola escribiendo una carta y con una maleta hecha mientras mi madre sostiene un vestido blanco.

El Yoga de la señorita L TerminadaWhere stories live. Discover now