CAPÍTULO 3: Acosador.

153 12 0
                                    

Desperté con tierra oscura y húmeda debajo de mis uñas. Lo primero que mis ojos visualizaron fueron los imponentes pinos que me rodeaban haciéndome pequeña entre ellos. El olor a naturaleza inundo mis pulmones limpiando todo a su paso. Era claro que había dejado atrás el tumulto y los rascacielos de Nueva York. Sin embargo, la sensación de que cada fibra de mi cuerpo conocía ese lugar se hacía presente de nuevo como en aquel campo de lavandas.

El bosque tenía todos los elementos para ser el lugar perfecto donde se desarrollaba una película de terror. Era helado, sombrío y su follaje verde oscuro daba la impresión de alargados brazos que intentaban rasgar mi piel. Los crujidos provenientes de las ramas me aterraban hasta la médula, en cualquier momento un animal salvaje podría saltar de entre los pinos y rápidamente mi sueño se convertiría en una pesadilla.

Mire el cielo, totalmente abandonado de estrellas, excepto por una que brillaba como guía al norte del bosque. Ella era la única compañera de la gran luna llena que bañaba los árboles con su tenue luz. Como si fuera una pequeña luciérnaga que debía atrapar, comencé a caminar hacia ella. A la distancia una débil melodía de violines y un piano, me llamaban de vuelta a casa.

Al final del bosque, justo debajo de la estrella, un castillo de piedras blancas se alzaba magnifico al final de una colina. Me estremecí ante la sensación anidando en mi piel, aquella con sabor a una taza de chocolate preparada por mi padre, luego de un largo día.

La fortaleza inmaculada por sus piedras del color de la cal contaba con dos grandes torres puntiagudas, y debajo de cada una de ellas, sus balcones iban iluminados por pequeñas luces blancas de navidad. El castillo a sus pies estaba cubierto de flores de todos los colores y su aroma se sentía tan real en mi nariz, que podía jurar que ya había estado allí antes. Bajando la colina, había un pequeño camino dibujado. Un muelle antiguo dormía bajo la luz de la luna. El sonido de olas chocando con la playa y el aroma salado a mar llego a mí también como una cachetada de magia.

Camine por el muelle, esperando ver mi reflejo en el agua. Un delicado vestido de seda roja cubría mi cuerpo. Quedaba suelto en mis caderas y se enmarcaba en mi busto justo donde un precioso collar de plata descansaba sobre mi cuello. El dije era una diminuta y simple margarita.

Me senté sobre la madera mojada y dejé que mis pies se hundieran en el agua. Me quede unos segundos allí, en paz, con mis ojos cerrados. Esperando que la eternidad alcanzara mi sueño.

Su contacto paralizo mis músculos. Mi mano y la suya se entrelazaron a la perfección, como si hubiesen sido diseñadas exclusivamente para eso. La luz de la luna no alcanzaba su rostro, pero sabía quién era la persona a mi lado. Sus nudillos desgatados y cubiertos de cicatrices. Sus ojos verdes esperando mi aprobación. Él me observaba detenidamente como si no tuviera suficiente de mí, podía sentir como el tiempo a nuestro alrededor se hacía cada vez más pesado y lento. En ese momento y por primera vez en mucho tiempo me sentí bella, como si fuera la cosa más preciosa que hubiera caminado sobre el planeta. Como la princesa de un cuento de hadas.

Desperté agitada, las sábanas de mi cama pegadas a mi cuerpo. Una gota de sudor cayendo por mi frente. Recupere la respiración, como si hubiese estado sumergida bajo el agua durante un tiempo. La noche anterior había dado vueltas sobre el colchón tantas veces que probablemente me había generado urticaria en las piernas y espalda. Debía encontrar alguna explicación para mis episodios, así que luego de un largo debate entre mi mirada y el techo de mi habitación, había decidido que pasaría por la biblioteca de Nueva York en busca de un libro que me ayudase a descubrir que es lo que estaba sucediendo con mi cabeza.

Mi alarma no había sonado, y estaba llegando tarde a Blue's para recolectar mi paga del mes. Blue's era una café frente Central Park, donde había comenzado a trabajar el año anterior. Debía agradecer mi independencia económica a mi mejor amigo, quien había hablado maravillas de mí, con el atractivo y demasiado joven para ser dueño de un café, Cade.

La Pieza Inquebrantable (#1 EL MUNDO OCULTO)Onde histórias criam vida. Descubra agora