CAPÍTULO 19: Destino.

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Estaba en el paraíso, en mi propio paraíso. Libros que rozaban el techo, estanterías repletas con ellos. Dos columnas de madera se entrelazaban de un extremo al otro sosteniendo el techo sobre mí, como dos ramas que apenas se tocaban, justo como lo había hecho Ben el día anterior. Este lugar había sido creado por alguien con el mismo don que mi mejor amigo, y por la fachada del resto de los bloques, ellos también habían sido alzado por los dones de otros onpices que sabían controlar la tierra. El techo de la biblioteca, a diferencia de la aburrida enfermería, había sido pintado de azul simulando una noche estrellada. Ese azul que aparece justo después de que el sol desaparezca, dándole lugar a la luna y las estrellas. Azul brillante y joven. Sonreí ante la idea, de leer un libro sobre una manta, debajo de la noche en el bosque Fénix.

El aire olía a polvo con una pizca a jazmín, floreciendo en el ambiente y reconfortante a niveles que no podía explicar. La biblioteca de Axis se encontraba alejada de la playa, al final del camino que unía al resto de las cabañas. A unos metros de donde comenzaba el bosque Fénix.

Paseaba mis dedos sobre el cuero duro de algunos ejemplares viejos. Tan viejos que parecían haber sido escritos mucho antes de mi abuela hubiese nacido. Leía sus títulos, pero la mayoría de ellos estaban en latín y a pesar de que mi padre me había enviado a clases de pequeña, muy pocas palabras se habían aferrado a mi mente. Una capa liviana de polvo descansaba sobre el exterior de sus hojas. Sin embargo, el lugar parecía ser repasado una vez a la semana, por el perfecto estado en el que todo se encontraba.

Aquella mañana mi desayuno había sido tranquilo, nadie se me había unido. Mi padre se había ido de viaje a buscar a alguien misterioso, que según mis sospechas debía ser Alice, la bruja que me hechizo. Los reyes de Alba habían desayunado en su cama mucho antes de que el sol saliese para poder atender al resto de sus obligaciones durante el día. Así que nadie había esperado por mí, nada más que mis mejores amigos, quienes me habían escoltado hasta la biblioteca.

El sol también parecía reacio a mi presencia ya que no brillaba en el cielo aquella mañana y solo las nubes cubrían por completo el cielo de Alba. Las gotas de lluvia golpeaban duramente los vidrios de las ventanas. Por primera vez, experimentaba el frio en este lugar que parecía atravesar un verano eterno. Y era un frio que te calaba los huesos. Me aferre a mi cárdigan, esperando que de alguna manera me protegiera, hasta que prendieran los calefactores. La habitación era tan amplia, que parecía absorber la helada de afuera y hacer eco con ella.

El cielo se vio iluminado por un relámpago y justo cuando el trueno resonó haciendo crujir las paredes, capte en la periferia un destello en los ojos verdes que me observaban desde la puerta.

—Un placer encontrarnos de nuevo, su alteza.

Su presencia era como una ventisca en otoño, con su semblante tranquilo y esos dulces hoyuelos parecidos a los de Eamon. Llevaba una camisa azul dentro de unos viejos pantalones de vestir grises como el cielo sobre nosotros. Gafas de marco negro caían sobre su nariz respingada y unos algunos bucles dorados bajaban despeinados sobre su frente.

Gerard Wellow, el tío de Eamon.

— No me digas que no te acuerdas de mí. ¿Cierto?

Intente contener mi confusión ante de que llegara a mis ojos, cuando note la sonrisa que amenazaba con aparecer en su rostro.

—Solo estoy bromeando. Sé toda tu historia, soy amigo cercano de tu padre.

Paso por mi lado e hizo una pequeña reverencia sonriendo. Alzo su brazo por encima de mi cabeza, y agarro un pequeño tomo marrón quemado, con sus letras blancas donde se leía LA HISTORIA Y COMO NOS CONVERTIMOS EN LO QUE SOMOS. Un título demasiado largo para mi gusto. Sin previo aviso lo coloco sobre mis manos, era mucho más pesado de lo que imaginaba.

La Pieza Inquebrantable (#1 EL MUNDO OCULTO)Where stories live. Discover now