CAPÍTULO 35: Al borde.

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Lo primero que me recibió en las imponentes puertas de Albus fue aquel rostro inexpresivo, con líneas alrededor de sus ojos y sus labios formando una única línea recta. Las puertas, majestuosas, estaban hechas de madera extraída de los pinos de Fénix, tallada con la inscripción en latín "Deus voluit, et destnatus," que se traducía como "Dios ha querido y decidido". Por supuesto, el lema de los Onpices estaba acompañado por dos enormes triquetras, simbolizando la unión entre ángel y humano. Onpices.

—Para una princesa que la intentan asesinar constantemente, te gusta desobedecer demasiado las reglas.

Me encogí de hombros sin borrar la sonrisa de mi rostro. No había nada que podría arruinar mi momento con Eamon, y remover la sensación de estar en la cima de una montaña rusa.

— ¿Qué puedo decirle a Su Majestad? Me gusta mantener alerta a las guardias de Alba.

El rey de Alba me mostró los peores ojos en blanco que jamás había visto en mi vida; realmente, la vida se había desvanecido de ellos. Por un momento, tuve la impresión de que los dos guardias a su lado estuvieron a punto de desmayarse ante su gesto. Clavé mis botas en el camino de piedras, entre jazmines y rosales que la reina cuidaba con orgullo. Solía pensar que mi abuela se dedicaba a la jardinería para evitar que su don la marchitara por completo. El dolor causado por la rebeldía de su hijo menor era evidente en las arrugas alrededor de su boca; cada vez que la fruncía al notar que había utilizado el tenedor incorrecto en la cena.

—Tu padre me ha puesto al tanto de la noticia.

— ¿Cuál de todas?

Mi abuelo, el Onpice con mayor autoridad en Alba y entre nuestra especie, solo necesitó un ligero movimiento de su mano para apartar a los guardias que lo esperaban en la puerta, y con una mirada fría y simple, me indicó que lo siguiera. Me compadecía del insensato que se atreviera a contradecirlo; los vellos de mi nuca se erizaban al recibir sus órdenes. Esa tarde, el rey llevaba uno de sus abrigos de color negro carbón, similar a una túnica que apenas llegaba a sus rodillas, con bordados dorados que le conferían el aspecto de un anciano monje lleno de sabiduría. Su cabello plateado estaba peinado hacia atrás de manera impecable, y como siempre, su apariencia pulcra e inmaculada me daba la impresión de que no solo era meticuloso con la gestión del reino, sino también con su higiene personal. Lucía impecable, para mi envidia.

—Creo que nos debíamos una charla entre nosotros desde hace tiempo —Su mano rozó apenas mi codo en un intento de ser afectuoso con su única nieta— Ha sido una grata sorpresa enterarnos de que tu hermano aún se encuentra vivo —Si realmente era grata la sorpresa, no se reflejaba en sus gestos, tan agrios como leche cortada— Pero me duele en el pecho la confesión de tu madre sobre el origen de Christian.

—Oh, te refieres que es fruto de una violación, efectuada por el retorcido de tu hijo menor.

Mi voz había sido tajante, tanto que creía que el aire de mis pulmones se había evaporado. Por supuesto, el rey no había cambiado su expresión. Viejo presumido con corazón de hierro.

—Si —dijo mordiendo su lengua— Y aunque me disculpo por ello, y lamento no haber protegido a tu madre mientras vivía bajo mi techo, no puedo dejar de notar que ya no podemos hacer más nada sobre su situación.

Clavé las puntas de mis botas en la tierra y penetré la carne de mis palmas con mis uñas. Era la manera más rápida que tenía de llegar a mi calma interior, de recanalizar mi dolor. Si él pensaba que los crímenes de Drahceb quedarían impunes, estaba más equivocado de lo que inicialmente creía. Drahceb no pasaría un solo día sin arrepentirse de su maldad una vez que lo enfrentara. Había tomado esa decisión en el momento en que mi madre confesó el dolor que le había infligido, del cual nos había intentado proteger durante años para que no le arrebataran a su hijo. Y no sería el mismísimo rey de Alba quien me detendría ahora que la sed de venganza se asentaba en el fondo de mi garganta.

La Pieza Inquebrantable (#1 EL MUNDO OCULTO)Where stories live. Discover now