CAPÍTULO 38: Veo el fuego.

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La luna se alzaba serena sobre nuestras cabezas, poco le faltaba para llegar al centro, sumergiéndose entre sus pétalos oscuros y vastos. El aroma a flores encantaba mi piel, elevándome en el aire, apaciguando mis nervios. Los jardines de la reina habían sido encendidos con antorchas que marcaba el camino desde el castillo hasta las rejas altas y afiladas que nos separaban del resto de la ciudadela. Allí, mi familia me esperaba, lo que quedaba de ella. El rey Aleksander vestía soberbio una túnica gris con tonos plateados, que llevaba pequeñas incrustaciones negras que ascendían como llamas de fuego desde sus mangas rozando sus hombros. Mi abuela, la reina de Alba, se caracterizaba por siempre causar una fuerte impresión y por primera vez la vi llevar el color negro con una elegancia que envidiaba. Su vestido caía largo sobre las piedras blancas, delicados bordados de rosas decoraban sus hombros, y portaba con orgullo una enorme corona con diamantes en sus terminaciones, dando la impresión de que alrededor de su cabeza habían sido fundidas unas ramas de plata. Mi abuelo, el soberano de esta nación, también llevaba una. Pero está a la distancia lucia más pesada sobre su cabeza y sus ramas se enredaban con sus picos hacia fuera.

Mi atención se posó en mi padre, quien con sus ojos gentiles me daba la confianza para poder avanzar en este mundo nuevo que se abría para mí. Él lucia impecable usualmente, y aquella noche no había sido la excepción. Su pelo había sido pulcramente peinado, había desechado aquella barba incipiente de su rostro e incluso a pesar de que los últimos días habían sido un tormento al enterarse que su hijo mayor no era fruto de su amor con mi madre, las ojeras debajo de sus ojos habían desaparecido, aunque sabía de qué alguna manera dormía expectantes en su piel. Una sonrisa instantánea se formó en su rostro al notarme entre los jazmines de Albus. Algunas de las líneas de su rostro se enmarcaron aún más al descubrir lo que yo misma había observado frente al espejo, la semejanza con mi madre era singular. La misma mujer que ahora estaba sentada en su calabozo protegida por los dos mejores soldados de mi padre, luego de Gideon y Gerard que esta noche se encontraban junto a la familia real. Por un segundo, desee imitar el don de mi abuela de la empatía, y remover cada momento doloroso del pecho de mi padre. El príncipe tan solo volvió a sonreírme y se acomodó su traje negro, que llevaba en su solapa superior, un pañuelo de satén del mismo color de mi vestido. Su corona era de menor tamaño que la de la reina, también simulando con sus ramas de plata un rosedal con espinas.

Ekaitz caminaba en silencio detrás de mis pasos, no había dicho nada luego de que abandonase mi habitación. Sus pasos eran asertivos, y solo me regalo media sonrisa de cortesía cuando me atreví a mirar sobre mi hombro. El dolor que le había causado mi rechazo se había instalado allí, en sus ojos.

Mi guardia también aguardaba mi presencia, luciendo impecables como un grupo de modelos profesionales listos para cumplir su deber a mi lado. Aquellos que habían estado en el bosque el día anterior centraban su mirada en mi dirección, intentando desenterrar cada secreto que escondía debajo de mi piel humana. Sophia iba de dorado, con un vestido que resaltaba sus caderas y cada una de sus curvas, mientras que su hermano Edmund vestía de blanco con un pequeño moño negro a juego. Lexi, por otro lado, destacaba el color de sus ojos como su fuerte, llevando un vestido corto del mismo color que el agua en el Mar Eterno. Jayden, a su lado, aquel Jayden que alguna vez fue mío, lucía orgulloso de la mujer que tenía a su lado, con un traje azul que combinaba a la perfección con los tonos elegidos por su novia. Kimberly, Harry y Savannah vestían de negro y rojo. Aunque dudaba que hubieran acordado previamente, parecía que lo hacían para combinar. Ben había elegido un traje del color del vino, que cuando no era tocado por la luz, lucía tan oscuro como la noche. Mientras que Gemma se veía exquisitamente hermosa, con un vestido verde oliva suelto en las caderas. Su cabello cobrizo estaba recogido, centrando la atención en su cuello, donde descansaba un collar de plata con una esmeralda en el centro.

La Pieza Inquebrantable (#1 EL MUNDO OCULTO)Where stories live. Discover now