CAPÍTULO 5: Hilos.

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El sol recién salía cuando desperté, Gemma se encontraba a mi lado y Ben estaba semi recostado, a tan solo unos metros de nosotras, durmiendo profundamente sobre un sillón del mismo color de vino derramado. Aquella habitación era extraña para mí, definitivamente no era la mía, este lugar se sentía como una caja de zapatos con sus paredes negro carbón y sus cortinas verdes musgo, que a duras penas dejaban entrar luz. Mi cabeza experimentaba el movimiento constante de una calesita, música retumbando en las paredes de mi mente. Me lleve las manos a la sien, esperando calmar el dolor con presión. Partes de mi cabello castaño dorado, salía ligeramente despeinado de mi media coleta, mi vestido de lentejuelas se sentía como un trozo de tela que apenas cubría mi cuerpo, mientras que mi maquillaje se encontraba todo sobre mi brazo. El reloj apoyado sobre la mesa de luz marcaba las 7 am, mi teléfono también estaba allí, pero su batería había muerto.

Me levante sin hacer mucho ruido, apoyando las puntas de mis pies sobre el piso helado de madera, crujiendo debajo de mi piel. A mi favor, Gemma y Ben tenían el sueño pesado, o habían tomado demasiado la noche anterior porque claramente se habían equivocado de casa.

En cuanto la brisa helada de la mañana, que entraba ligeramente por una de las ventanas, rozo mi piel, se sintió como si un moretón se estuviese formando en ella. Y todo volvió a mí como un viejo recuerdo que probablemente no quería revivir otra vez. Primero fue la música apoderándose de mis músculos, el líquido azul brillante como la luna bajando por mi garganta y por último la mirada penetrante de Evan sobre mí. Aun podía oler la menta impregnada en mi ropa y como si un fantasma me hubiese poseído, recordé sus manos sobre mi cintura al ritmo de una canción y su boca a tan solo unos centímetros de la mía.

Incluso sin un rayo de luz en la habitación, el rubor escarlata tiñendo mis mejillas era notable desde el espacio.

Busque mis zapatos bajo la cama, aun un poco mareada, pero sin emitir sonido. La vergüenza de cómo me había comportado la noche anterior, me provocaba huir sin tener que enfrentar el regaño de mis amigos. Gemma me lo había advertido, pero fui yo la que termino siendo la cretina que se vio en una situación mucho mayor a ella.

Continué gateando por la habitación hasta chocar con una cómoda grisácea de madera vieja y desgastada. Me levanté despacio, hasta que mis dedos tocaron el borde del mueble y pude estabilizar mi cuerpo. Sabía que esta era la casa de Evan, por la cantidad de fotos con su rostro junto a otras personas que no conocía. Excepto por un rostro que a veces podía reconocer mejor que el mío. Mi bilis subió por mi garganta y el mundo se paralizo en aquel segundo en el cual Chris me devolvía aquella sonrisa dulce que lo caracterizaba. Reconocía aquel prado, tanto como el Christian que recordaba, justo antes de morir, aquel que me perseguía eternamente en mis sueños. El mismo que en esta foto que sostenía entre mis manos, abrazaba a mi vecino como viejos amigos. Mi corazón se retrajo en mi pecho, al notar la muñeca de trapo, el vestido de margaritas y mi cabello castaño bailando en el aire mientras corría entre las lavandas.

El aire rasgaba mis pulmones como vidrio cortado, mi pecho subía y bajaba con dificultad. Mis oídos parecían bloquear el sonido y mis ojos se mantenían fijos en la foto de mi pasado. Aquello no era real. Evan, mi vecino y salvador, no era un simple desconocido. Evan había llegado a mi vida tiempo atrás, mucho antes de lo que creía. Y, por si fuera poco, él había conocido a Christian.

Quería huir, la bilis volvía a subir por mi garganta, provocando que todo lo que se asentaba en mi estómago, estuviese a un segundo de salir sin aviso. Podía sentir la desesperación correr por mis venas, y mi mente comenzó a hacer conexiones que antes ni siquiera se me hubiesen ocurrido. Era el despertar en una nueva pesadilla, donde el conocimiento me revolvía los intestinos. Ben y Gemma debían conocer a Evan también, sino porque razón ellos habían preferido quedarse aquí, cuando mi casa estaba precisamente al lado. Un montón de preguntas se arremolinaban en mi cabeza ¿Por qué Ben no había separado a Evan en la pista de baile? ¿Acaso todos ellos se conocían? Y yo no era más que un títere al cual manipular en su vida.

La Pieza Inquebrantable (#1 EL MUNDO OCULTO)Onde histórias criam vida. Descubra agora