CAPÍTULO 26: En las manos equivocadas.

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Mi corazón golpeaba mi pecho acelerado a medida que apresuraba mi paso por los pasillos de Albus, seguida por Lloyd, quien había sido encomendado por mi padre para ser mi sombra. Y debía decir, que cumplía bien su trabajo ya que ni siquiera omitía un sonido contra la loza, parecía flotar sobre ella. Pero en estos momentos lo necesitaba para guiarme dentro de este laberinto hacia la biblioteca. Era el lugar ideal para comenzar a recolectar información de la profecía exhibida en la plaza principal de la ciudadela. Desde que había visto la roca y el nombre de Madelaine sobre su superficie, algo picaba en mi interior, como arena en mis zapatos. Y si tenía suerte, aun encontraría a Gerard allí con su nariz dentro de un libro, para poder ayudarme.

El castillo se alimentaba de mi ansiedad, por lo que sus pasillos se alargaban con cada segundo y sus paredes se estrechaban con el resonar de mis botas. El tiempo aquí en Alba, se experimentaba subjetivo, por lo que me hacía sentir como un personaje en una novela que aún no lograba comprender cuál era su propósito y el pasar de los días eran granos dentro de un reloj de arena sin fin.

Llegue a la biblioteca luego de varias vueltas en círculos. Tome el pomo entre mis manos totalmente decidida, pero el sonido de su voz sello mis pies al suelo. Aquella voz profunda como la herida de una espada, y áspera como lija, había sonado en mi cabeza todas las noches desde que lo conocí, recordándome a mi canción favorita. Lo extrañaba, no podía explicar el porqué, pero lo hacía. Extrañaba su sombra sobre la mía, y sus ojos atentos a cada uno de mis movimientos.

—Gerard, enredarse con una Hallywell, nunca termina bien. Eso lo sabes.

Hallywell era el apellido de soltera de mi madre, aquel que estaba tallado sobre su anillo onpice. Pegue mi oreja sobre la puerta, soslayando la mirada de juicio de Lloyd. Moví mis dedos sobre el aire, indicándole tan solo con el gesto, que podía dejarme sola.

—Aunque no te voy a mentir, el enredo puede ser divertido.

Esta vez apoye mi frente sobre la madera, no se sentía correcto lo que estaba haciendo, pero necesitaba oír su voz una vez más. Desde que lo había alejado, y desde el momento que él había decidido desaparecer de mi rutina, ya nada se sentía igual.

—Aunque seamos anima mate. Annette no quiere saber nada con este mundo Eamon. —la voz de Gerard se movía alrededor de la habitación— Luego de la muerte de Christian y la desaparición de su hermana, ya no es lo mismo para ella. Sé que mis muñecas y mi corazón me dicen que debo seguirla al fin del mundo, si es lo que ella quiere, pero mi corazón también está en Alba. Y no quiero dejarte a ti y a tus hermanas atrás. Muchos menos ahora que Amy volvió, ella también me necesita.

Le sonreí detrás de la puerta, Gerard podía hablar hasta por los codos, pero era una de las mejores personas que había traído mi nueva vida. Sus camisas a cuadros y sus anteojos me recordaban a la antigua versión de mi padre en Nueva York, dispuestos a ayudar al prójimo incluso si eso los perjudicaba.

—Eamon, conozco tus gestos tan bien como reconozco cada vez que me mientes, y sé que necesitas hablar...

— ¿Amy? —Ben revolvió su pelo con la mano que tenía libre, la otra siempre iba sobre la fina espada colgando de su cintura. Caminaba hacia a mí a paso firme desde el otro lado del pasillo.

—Me encantaría quedarme a escuchar el increíble discurso que tienes preparado sobre mi imprudencia —susurre lo más fuerte que mis cuerdas vocales permitían— Pero en estos momentos estoy llegando aproximadamente —revise mi muñeca a pesar de que no tenía reloj— siete horas tarde a mi clase de historia. Y sabes que aborrezco la impuntualidad.

—Amy...

Ben frunció su labio, listo para lanzar otra de sus furias sobre mí, pero yo era más rápida y golpee dos veces sobre la puerta antes de entrar sin invitación.

La Pieza Inquebrantable (#1 EL MUNDO OCULTO)Where stories live. Discover now